En la recta final del documental Cartel Land, uno de los cocineros de metanfetaminas que sale a cuadro, uniformado con el flamante atuendo de la policía rural del comisionado Castillo, dice, palabras más, palabras menos, que el tráfico de las metanfetaminas y, en términos generales de las drogas, no se detendrá nunca. Cocinaremos aquí o allá, en Michoacán o en Tamaulipas, en Jalisco o en Coahuila, o se hará en cualquier otro país del mundo pero se hará porque existe una demanda apabullante que sostiene dicha maquinaria comercial.
En el documental Deep Web [Red Profunda] dirigido por Alex Winter, un antiguo jefe de la policía de Baltimore reproduce frente a la cámara prácticamente las mismas palabras. Explica cómo vio con sus propios ojos los cadáveres de siete personas pertenecientes a una familia asesinada por un sicario, tuvo que enterrar a un compañero suyo que murió en un tiroteo con narcomenudistas y, en términos generales, describe la guerra contra las drogas como un perro que se muerde la cola y como una batalla que no será ganada nunca.
Algunos datos de la Drug Policy Alliance (www.drugpolicy.org), una organización que se describe a sí misma como “la organización más grande en los Estados Unidos dedicada a promover políticas públicas alrededor de las drogas con un enfoque especializado en datos científicos, aspectos relacionados con la salud, derechos humanos y compasión”:
- Monto invertido en los Estados Unidos vinculado con la guerra contra las drogas: más de 51 mil millones de dólares (918 mil millones de pesos, un monto equivalente a tres veces el presupuesto educativo de México).
- Número de arrestos realizados en el 2014 vinculados con tráfico o posesión de drogas: un millón 561 mil 231, de los cuales 83% fue únicamente por posesión y de los cuales 41% fue por posesión de mariguana.
- Estados Unidos posee la tasa de individuos encarcelados per capita más alta del mundo (uno entre cada 111 adultos) de los cuales 57% es latino o negro.
A pesar del desastre criminal y flagrante que esta estrategia ha representado, por no hablar de la hipocresía que encarna dado que el negocio carcelario, puesto en los Estados Unidos parcialmente en manos de la iniciativa privada, genera cientos de millones de dólares en utilidades por no hablar de lo que representa para la industria armamentista, el expresidente Felipe Calderón tuvo la brillante idea de embarcar a México en una “cruzada” semejante que hasta ahora ha producido un estimado (imposible de conocer con precisión) de cientos de miles de muertos y desaparecidos. El sexenio actual ha logrado la difícil tarea de resultar aún más violento, a pesar de la cara dura con la que los funcionarios persisten en su estrategia de combatir la realidad negándola y esperando que el escándalo político en turno desvíe la atención del anterior.
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El documental Deep Web cuenta la historia de Ross William Ulbricht, a quien el FBI señala como el creador y administrador de The Silk Road, el mercado negro, alojado en la red profunda, más grande del mundo. Un espacio que en su apogeo registró transacciones por miles de millones de dólares en compra venta de drogas que, como explica uno de los editores del Washington Post en la cinta, protegía a los consumidores de drogas al no exponerlos a los circuitos clandestinos y criminales de la compra-venta y permitía que, mediante los sistemas de evaluación de la experiencia de compra típicos de sitios como Amazon o E-Bay, las personas pudieran garantizar que compraban drogas de calidad a través de proveedores honestos (sí: honestos).
Ulbricht fue arrestado y condenado a cadena perpetua. Buena parte de los principios que el sitio promovía, al menos en sus orígenes, tenían que ver con una política libertaria que pretendía descriminalizar el consumo de drogas y establecer mecanismos para que individuos pudieran trabar redes comerciales que circularan por fuera de la mafia corporativo-estatal que persigue, regula y hostiga a los ciudadanos bajo una política moralina y falsa que lo mismo protege intereses de grandes corporaciones que promueve grandes carnicerías en distintas partes del mundo.
The Silk Road fue confiscado por el FBI durante unos días sólo para ver cientos de clones aparecer apenas unos meses después. Más allá de la polémica que suscita el análisis del mercado negro en la red profunda (donde también circulan traficantes de armas, pedófilos, pero también periodistas, científicos, y espías de todas las nacionalidades), la película revela la tosudez con la que los Estados Unidos y detrás de ellos casi todas las naciones del mundo, insisten en abordar el universo de los narcóticos con la misma línea esbozada por grandes próceres universales como Richard Nixon o Ronald Reagan.
Se requiere, no obstante, una visión compleja, inteligente y profunda para tratar de transformar la política en materia de drogas en un país como el nuestro, especialmente lastrado y atravesado por dicha guerra. Lo cual no nos ofrece muchas esperanzas en el corto plazo.