Entre denuncias por desvío de fondos, espionaje, vínculos con el narcotráfico, más desvíos y actos de intimidación (eufemismo empleado para referir las balaceras y bombas molotov), terminaron —por fin— las campañas electorales dejando tras de sí una espeluznante radiografía del presente político que atravesamos.
Desairada mediáticamente ante las disputadísimas elecciones para gobernador en diversos estados, en donde el PRI busca conservar la amplia hegemonía que tiene en el país, la elección para la formación de la asamblea constituyente de la Ciudad de México, ha recibido el mismo desdén por parte de sus habitantes a pesar de lo trascendente que resulta para quienes vivimos aquí la redacción de la primera constitución de la ciudad.
Además del desencanto natural que produce una clase política cada vez más difícil de distinguir de los grupos francamente criminales y de los intereses privados y corporativos, la falta de claridad de un proceso forjado con claroscuros ha impedido convocar un interés más amplio.
Por un lado y contrario a la cerrazón que el jefe de Gobierno suele mostrar ante los problemas más flagrantes (como el reconocimiento de la insoslayable operación de carteles en la ciudad, por ejemplo), el gobierno de la Ciudad de México ha mostrado una disposición por escuchar e incluir, como lo demuestra la herramienta digital diseñada a través de la Consejería Jurídica y el Laboratorio de la Ciudad de México, para que los habitantes de la ciudad pudieran, primero, verter su opinión sobre los problemas más acuciantes de la urbe, y, segundo, utilizar desarrollos tecnológicos como PubPub o Change.org para acoger propuestas y opiniones desde la sociedad civil para la redacción de la nueva constitución de la ciudad.
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El ejercicio “Imagina tu ciudad” (cuyos resultados pueden consultarse en https://www.constitucion.cdmx.gob.mx/resultados/) ha recibido más de 30 mil participaciones. Ante la pregunta, ¿cuáles son las tres primeras palabras que te llegan a la mente cuando piensas en la Ciudad de México?, las respuestas más habituales han sido, en este orden, la contaminación, la corrupción, el tráfico y la inseguridad. Al día de hoy, representantes del grupo redactor de la constitución, se han reunido con tres ciudadanos que lograron reunir el mínimo de 30 mil firmas electrónicas para escuchar propuestas que tienen que ver con la comunidad LGTBI, los derechos de los animales y la designación de un mínimo de áreas verdes por habitante para la ciudad.
En contraparte, la determinación de conformar una asamblea constituyente en la que 40% de los asientos serán asignados de manera arbitraria, devela el origen turbio del proceso de la reforma política del exDF, que muchos analistas políticos explican a partir de la cercanía que mantiene el jefe de Gobierno con el Presidente de la República.
Veamos, si hacemos caso a la votación del 2015 en la que se renovaron las jefaturas delegacionales y el congreso local, el PRI podría tener una votación cercana al 10% en la elección de la asamblea constituyente. Esto le daría unos 6 asientos aproximadamente. No obstante, de los 40 que serán elegidos de manera directa, obtendrá los 6 que tiene a su cargo Peña Nieto, y al menos 10 de los 28 que le corresponden a las cámaras de diputados y senadores donde el PRI tiene mayoría. Es decir que dicho partido obtendrá unos 16 asientos, aproximadamente, por la vía de adjudicación directa y sólo 6 por la vía electoral. Esto, sin duda, supone un absurdo que muestra la clara injerencia del poder ejecutivo federal en el proceso de conformación de la constitución de la ciudad.
A pesar de que está en juego la posibilidad de cambiar el marco que regula la interacción cotidiana de millones de personas, un sondeo del periódico Reforma estima que la participación en las elecciones del 5 de junio será inferior al 30% del padrón. El mal humor social se acrecienta durante las campañas electorales que lejos de fungir como un posible vehículo para promover alternativas, se erigen como magnificadores de nuestros males más abyectos. Aunque tenemos frente a nosotros una rara oportunidad para trazar un urgente cambio de rumbo, lo más probable es que los pactos políticos terminen impregnando de corrupción el proceso que ha acentuado aún más el peligroso —y al parecer insalvable— distanciamiento de la clase política con los electores de la ciudad y del país.
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