A eso me refiero con que traemos el calendario enrevesado. Ya no sabemos en dónde estamos parados, ¿qué nudo de tiempo es este?
Por Gabriel Rodríguez Liceaga
Todos los eneros mi propósito desde hace siete años es el mismo: llevar un registro más consciente del paso del tiempo. Es decir, que no me ocurra eso de que ya es marzo y no me di cuenta en qué momento pasaron dos meses, por poner un ejemplo. Tratar de tener un registro mental diario de lo que voy viviendo un día a la vez. Que la vida no se me vaya tan a lo pendejo.
Naturalmente el hecho de medir el tiempo en quincenas no ayuda. Todo el tiempo estoy anhelando que ya paguen, que ya paguen. Tampoco ayuda que ya haya cine de terror todo el año, que los chiles en nogada estén a la venta desde julio, que haya Rosca de Reyes desde finales de octubre. Que la Cuesta de Enero dure hasta diciembre también hace que el natural fluir de los meses sea un relajo, un muégano de fechas en el calendario.
Nuestra vida se ordena en una serie de eventos sucesivos y que se repiten una y otra vez hasta el infinito, así nos acomodaron al siglo XXI. Son como líneas del metro. A Xola le sigue Villa de Cortés y luego está Nativitas y después Portales. De la misma manera tenemos: Buen Fin, Día de la Madre, Súper Bowl, Óscares, tu cumple… y así hasta la tumba.
Lo que me gusta de mi metáfora es que de alguna manera una línea del Metro es un encierro. A lo lejos está la libertad y las montañas, se ven pero en realidad no tenemos acceso a ellas.
Bien. Sobrevivimos a un octubre retacado de Halloween y Día de Muertos. Vivo sobre Paseo de la Reforma y ya van tres fines de semana seguidos en los que en las calles está el desfile de Catrinas o el desfile de los zombis o los carros alegóricos de catrinas o el otro desfile milenario que fundó James Bond y luego, en la noche, la terrorífica rodada del terror.
Yo esto no lo critico, la gente es feliz y ya sólo por eso vale la pena. ¡Pero duró todo el mes el Día de Muertos! Gente exaltada y maquillada o disfrazada cada fin de semana.
A eso me refiero con que traemos el calendario enrevesado. Ya no sabemos en dónde estamos parados, ¿qué nudo de tiempo es este?
Y el pobrecito de noviembre, nadie quiere vivirlo, eso siento. Noviembre inicia con sus cielos oscuros desde temprano y sus neurosis laborales de fin de etapa, y es como si no quisiéramos que acabara el año pero también ya queremos que acabe. El mes que antes funcionaba como un respiro ahora es un molesto paréntesis. Todo mundo está de malas, contando los días para que llegue el aguinaldo, que ya paguen, que ya paguen…
Siento que nos están volviendo muy neuróticos a propósito de lo que más deberíamos controlar: nuestro tiempo vivos. Disfrutar el presente, recordar el pasado mejor de lo que sucedió y no temerle al futuro. De lo contrario pareciera que se acabó el Día de Muertos pero empieza la infinita serie de días estando muertos en vida.