Cuesta trabajo despertar en 2015 de manera optimista. A principios del año pasado estábamos hablando el momento mexicano: las reformas estructurales causaban enormes expectativas y el presidente Peña Nieto recibía en septiembre el premio de estadista del año, pero aparecieron Tlatlaya, La casa blanca, Malinalco, Ayotzinapa, la devaluación del peso y la caída en los precios del petróleo. Como señalaba Carlos Bravo Regidor en su columna de El Universal, no se trata de buenas noticias seguidas por unas malas, sino que ambas son la cara de la misma moneda. Todos esos problemas durmieron con nosotros el 31 de diciembre y no desaparecieron el primero de enero.
Parece grave que no hay un plan distinto a lo que ya teníamos para enfrentar el año. Simplemente se nos ha pedido que ya superemos la crisis de derechos humanos, como si la protesta fuera el problema y no el síntoma. El gobierno federal también ha dado carpetazo a los asuntos de Malinalco y La casa blanca, como si las explicaciones fueran satisfactorias. Es probable que vaya a haber mayor inflación y recortes presupuestales como resultado del nuevo entorno económico internacional.
Será interesante ver cómo esto va a jugar en las elecciones de este año. ¿Cómo va evaluar la gente el desempeño del presidente y el PRI en las urnas? Creo que en cierto sector privilegiado e informado el país se vea muy mal, pero creo que va a pasar como con el movimiento de #yosoy132: parecía que descarrilaba al candidato del PRI pero resultó relevante para una élite nada más.
Como la única estrategia creíble para la oposición (desdibujada) es criticar al presidente, en el otro lado del espectro es probable que el gran ganador de este proceso electoral sea Morena.
Morena ha concentrado su estrategia en ganar el DF, como si no existiera una elección federal. Es tan patente que el senador Mario Delgado pasará a ser candidato a la Delegación Miguel Hidalgo. Morena va a obtener legitimidad criticando al PRD, que se está cayendo a pedazos, y llenando el vacío discursivo que ha abandonado el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, quien quedó atrapado entre el gobierno federal y el PRD
Y puede ser, que de nuevo, veamos de nuevo a Andrés Manuel López Obrador, quien logró quedarse con el poder de reconstruir la izquierda.