Muchos pensarían que el simil de Jaime Rodríguez Calderón en la elección norteamericana sería el independiente Donald Trump. De hecho, lo independiente, mal hablado y poco preparado para el puesto serían sus características en común. Pero, en realidad, el Bronco gringo es otro.
Bernard Sanders.
Hijo de inmigrantes polacos, Sanders creció en el Nueva York de la posguerra y con gran influencia del exterminio judío. Al igual que Jacobo Zabludovsky en México, la familia polaca de Sanders llegó sin nada a la unión americana y debió salir como era posible.
Eso le dio al joven Sanders la politización que, aún hoy en día, lo distingue entre sus compañeros senadores.
Legislador por Vermont, Bernie es irascible e iracundo, defiende sus puntos de vista con soltura y pasión, se aleja de la política tradicional y se considera un social demócrata como los que no existen en la unión americana o, por lo menos, en la geografía de los partidos Republicano y Demócrata.
Eso lo ha hecho un personaje apetitoso para un sector ilustrado de la sociedad gringa. Actores, escritores, músicos e intelectuales ven en el político septuagenario la salida al marasmo discursivo donde entrarían desde Bush hasta Clinton. Oxígeno para una campaña llena de intereses y sustentada en el gran capital de los barones del dinero.
Sanders, en cambio, se ha peleado con todos. Fue de los que fustigó el rescate de 2008 y negó su voto a Obama en el asunto. Una y otra vez, se distingue como el enemigo político número uno de Wall Street y de las grandes compañías farmacéuticas que, aún hoy en día, controlan la salud de la ciudadanía estadounidense.
Sanders tiene ideas claras pero también conoce el cálculo político. Procuró no pelearse con la NRA -que, hoy en día, detesta a Hilary- y tendió, en el debate del pasado martes, el puente de plata que la esposa de William Jefferson requería para zafarse del escándalo por sus correos electrónicos como secretaria de Estado reposados en un servidor privado.
La proeza de exclamar el hastío hacia el ‘emailgate’ le dio ganancias. Obtuvo la mayor cantidad de menciones en redes sociales y la mano de la madre de Chelsea, nada poca cosa para alguien que, tal vez, piense que una vicepresidencia no es tan mala para terminar una carrera política.
Aunque, como en todo, Bernie Sanders podría dar la sorpresa y convertirse en el nuevo gran dolor de cabeza de los magnates gringos. Ahí sí y no con Trump es cuando se pondría divertida la historia.
Falta aún para la primera elección primaria y Sanders sabe que debe utilizar el aire caliente de un debate donde nadie se despedazó para poder subir en las encuestas y el reconocimiento. El precandidato está jugando en un juego de nueva política. En una de esas, el más viejo será quien dé una nueva lección en los tiempos de la nueva media.