De pronto, creemos que la radio es igual de centralizada, pequeña, dictatorial y chilanga que nuestros políticos. Estamos acostumbrados a que lo genial, lo innovador, lo único se presente desde alguna frecuencia de la Ciudad de México y, de ahí, se replique y copie en otras partes del país y hasta de América Latina. Este caso es distinto y tiene como protagonista a un amigo mío.
Conocí a Israel Pérez en la cabina de Rock 101. En ese entonces, yo conducía un programa matutino de pésimo nombre pero que tenía la virtud de abrir un espacio para la radio universitaria -de hecho, yo seguía dentro de las aulas de la UIA en ese entonces-. Desfilaron las estaciones de la Anáhuac, del Tec y, por supuesto, de la UIC. Israel llegó al lado de dos Mauricios -uno de ellos aun colabora con él- y de otro personaje que, hasta donde recuerdo, se volvió de esos seres que dan oxígeno al IMER.
A Pérez lo vi de nuevo unos siete meses después, cuando llegó a hacerse cargo de la página de internet de WFM -sí, ya había muerto 101-. Ahí me enteré que su apócope era el Peez, como lo conocería todo el mundo.
El Peez creció de encargado de un proyecto virtual a dar vestido y sentido al concepto sonoro de W cuando marcaba tendencia. Siguió ahí frente y detrás del micrófono hasta nuestro regreso para conformar W Radical. Ahí, Israel tuvo un despegue del tamaño de su talento.
Se arriesgó a irse de gerente a Huatulco, donde la radio estaba -está- en pañales. El reto le costó vida y decisión.
Regresó a la capital donde Imagen lo robó a Radiópolis para que creara el ambiente sonoro de Pedro, Carmen, Javier, Don Dinero, Ciro y demás.
Ahí nos vimos de nuevo. Ahí, luego de la confianza del grupo y de Jorge Huerta, Israel aceptó participar en un nuevo riesgo llamado RMX.
En ese concepto de comunicación, el Peez ha logrado concebir al lado de tres cómplices programas y dinámicas enormes, entendió el cambio de público de la media tradicional a los nuevos medios, la explotación de redes sociales y el campo sonoro como lugar de expansión de la imaginación. Imaginación al poder, mediático pero poder al fin.
Ahora, el Peez ha decidido dejar los micrófonos. Seguro estoy que será temporal, la adición al micrófono es mortal, permanente, incurable pero de vez en vez necesitamos desintoxicarnos para entender su valor, su enorme valor y responsabilidad.
El Peez se va este lunes en su programa Puerto Chipotle. Si pueden, escúchenlo en RMX. Parte de la historia de ese concepto. Parte de la historia de la radio.