Joaquín Guzmán es el responsable, directo e indirecto, de la muerte de cientos de mexicanos, y sólo por eso no debería ser tratado como un personaje digno de admiración. La frase anterior debería ser obvia pero no lo es. Al menos no para todos. Es el caso de la actriz Susana Zabaleta, quien hace unos días declaró que qué bueno que el Chapo se había fugado pues “al menos él sí hacía algo por su gente” (Supongo que no se refería a sus víctimas).
También en esa línea habló Martha Debayle diciendo que el Chapo era un “fregón” – para el crimen, pero un “fregón” al fin-, el cantante cubano Pitbull, quien en la entrega de unos premios le advirtió ¿en broma? a Donald Trump que se cuidara porque el Chapo andaba libre, como si fuera una especie de vengador de los latinos. Y termino el recuento con el actor colombiano Marlon Moreno, quien personificado como el capo que interpretó en una serie de televisión grabó un video felicitando al narco por su huida.
Se trata de ejemplos concretos que muestran cómo se ha socializado la imagen del Chapo como un hombre con atributos. Fenómeno que conecta con la narcocultura que pasa por la música, el uso de prendas con referencias a la fortuna de Guzmán Loera, y a las expresiones en manifestaciones, estadios de futbol, nombres de negocios, en donde entre broma y broma se coloca la imagen de estos personajes como figuras ejemplares.
Incluso, si nos vamos más allá, esta visión de “villanos convertidos en héroes” encaja con la que vemos en la televisión en donde asesinos son protagonistas, desde el famoso Frank Underwood de House of Cards hasta multihomicidas como Dexter, quienes generan simpatía entre millones de fans. Con la clara distinción de que en estos casos hablamos de personajes – y muertes – de ficción, y no reales como en el caso del líder del cártel de Sinaloa.
Finalmente, habría que preguntarse en toda esta construcción – de la que hay muchos responsables – qué tanto ha pesado la comunicación del propio gobierno que, al explicar la fuga en vez de reconocer todos los fallos que le permitieron el escape, quiso vender la idea de que todo funcionaba bien (el brazalete, los sensores, los protocolos, las cámaras, etc.), con lo que exaltó más la “hazaña” del personaje, cuando en realidad está claro que si Guzmán Loera está de nuevo en libertad es porque un gran grupo de personas fue negligente o corrupto y no porque el prófugo sea un genio.
Comparto la reflexión por una simple aspiración personal: me resisto a vivir en un país en el que sus héroes sean responsables del dolor de miles de personas. Así que conmigo no cuenten para construir la historia del “heroico” Chapo Guzmán.
( Mario Campos)