“¿Ya te fijaste qué buen regente del Distrito Federal tenemos?” me cuestionó el lunes un buen amigo. Pensé que mi interlocutor estaba atrasado en bromas y críticas a Miguel Ángel Mancera, de quien algunos han dicho que regresó a la Ciudad de México al modo en que se le gobernaba antes de 1997. Pero no, mi amigo fue más allá. “No, no, el verdadero regente, es decir el que manda, de la ciudad de México es el presidente Enrique Peña Nieto, a él me refiero”, me explicó. En el ánimo decembrino en que ya estamos todos, ánimo tan dado a los balances, la provocación de mi amigo me pareció un excelente arranque para, si alguien llegara a preguntarme, declarar que el Chilango del año 2013 es un mexiquense nacido, ni más ni menos, que en Atlacomulco. Estos son mis argumentos. Para empezar, Peña Nieto ha recuperado el Palacio Nacional, que durante el calderonato hubo de estar semiatrincherado ante el rechazo que persiguió a Felipe Calderón en su sexenio en la capital. El actual mandatario incluso ha hecho de ese recinto su despacho. Más aún. Peña Nieto hizo durante este año lo que ningún mandatario priista hubiera imaginado que se podía luego de 1971: recuperó mediante la fuerza pública, y de manera exitosa, no sólo una plaza, sino el mismísimo Zócalo, que arrebató a los maestros de la CNTE. Lo anterior fue posible gracias a que Peña Nieto, con un oficio innegable, le robó a la capital a un funcionario que tiene luz propia. Apenas unos días antes de comenzar el sexenio, el entonces presidente electo llamó al secretario de Seguridad Pública de la capital, Manuel Mondragón, a quien todos ya veían en el gabinete de Mancera, entre esos todos el propio Mancera. “A un presidente no se le dice que no”, dicen que dijo Mondragón ante la insistencia de Marcelo Ebrard para que no aceptara la oferta federal. Con esa maniobra, además, el exgobernador del Edomex quitó a Andrés Manuel López Obrador la posibilidad de reclamar asuntos policiacos al priismo, pues al tabasqueño le resultaría complicado criticar a quien antes había ponderado. Mondragón fue el artífice del desalojo del Zócalo, y con él Peña recuperó en los hechos parte del control de la capital. En otro ámbito se puede decir que el gobierno de Peña Nieto no ha podido concretar los convenios de colaboración con cuatro demarcaciones para establecer en la capital la Cruzada Nacional contra el Hambre, pero lo que no se ha atendido debidamente es que con el acceso de la capital al llamado Fondo de Capitalidad, y sobre todo a recursos del Ramo 33, la Federación tendrá más instrumentos para fiscalizar programas del Distrito Federal. Y en ese mismo tenor, habría que reparar en lo que pasa con programas como la pensión para adultos mayores de la Sedesol, que es para personas de 65 años, y no de 68 como es el programa estrella del GDF: sucede que el gobierno federal ya ha empadronado este año a decenas de miles de beneficiarios que el gobierno capitalino no tiene en sus listas. Otro gol de Peña Nieto en la capital. Como en la política muchas cosas son a partir de suma cero, lo que ha ganado Peña Nieto lo ha perdido alguien más: el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera. Es posible concluir que la buena relación entre ambos gobernantes ha sido parte de lo que ha impedido a Mancera tener una personalidad propia como jefe político de la capital. No ha sabido encontrar su propio lugar en el espacio público con un presidente al que le han resultado bien muchas cosas en su primer año (inseguridad aparte), mientras que Mancera naufraga en la comparación que se le hace una y otra vez con las fuertes personalidades de Cárdenas, Robles, López Obrador y Ebrard, sus antecesores. Dicho de otra manera, al establecer una excelente relación con el jefe de gobierno capitalino, Peña Nieto le ha dificultado convertirse en un político que le dispute la agenda y el brillo. Finalmente, en temas más urbanos, Peña Nieto se ha dado tiempo este año lo mismo para correr una carrera en Chapultepec que para apersonarse en el homenaje a Jacobo Zabludovsky la semana pasada, incursiones 100% propias de un capitalino. Lo que no sé bien a bien es si el hecho de que el presidente de la República se amiste con la capital es una buena noticia para la izquierda. Aunque claro está, antes habría que aclarar a qué izquierda nos referimos. Pero eso es otra discusión, por lo pronto, filias o fobias aparte, Peña Nieto es mi candidato a Chilango del año, ¿y el de ustedes?
(SALVADOR CAMARENA / @salcamarena)