“El ciudadano Moya”, por @alexsanchezmx

El aspirante a ser integrante del nuevo Instituto Federal de Acceso a la Información que en un acto de aparente honestidad dejó con la boca abierta a senadores que lo evaluaban ya se puede dar por descartado del proceso.

Tres legisladores que están en la etapa de evaluación para escoger a los nuevos consejeros me dijeron que José Luis Moya Moya es el primero en su lista de más de 100 entrevistados que jamás debió haberse registrado.

El hombre parecía ser un poderoso funcionario. Todos los días andaba en el Senado, en la Cámara de Diputados y en las dependencias públicas. Carga información importante debajo del brazo y por eso los legisladores y funcionarios lo reciben.

El día que se anotó como aspirante puso en su curriculum que era consejero ciudadano. Esa fue la curiosidad que llevó al senador Pablo Escudero a preguntarle:

-¿A qué se dedica?, ¿de qué vive?,

Antes de contestar Moya echó el cuerpo para atrás y repuso:

–¿De qué vivo? Le voy a ser honesto, con toda la transparencia. Hay funcionarios que me pagan por fuera, con nombres falsos, mis honorarios, para yo cuidar que no haya actos de corrupción hacia su interior.

Dijo que para aspirar a un instituto de combate a la corrupción hay que empezar por la transparencia de uno mismo.

A ver a ver. ¿Qué hay aquí? Vayamos por partes.

Resulta que en su comparecencia Moya Moya se auto reconoció como un tipo tramposo que en los últimos años ha trabajo para dependencias federales. Ha tenido que falsificar su identidad para cobrar por sus servicios en distintas dependencias públicas.

¿Cómo le hace para acercarse a los círculos de poder?

Solicita información al IFAI. Es el ciudadano con mayores solicitudes. Lleva más de mil 100 solicitudes de información y más de 600 recursos de revisión. Para evitar que los comisionados del Instituto no contesten sus solicitudes se estima que recurre a cinco nombres falsos.

Empresarios lo contratan para sus servicios de cabildeo. Cuando tiene las respuestas es cuando busca a los funcionarios. Lo que hay detrás de esta historia es algo más que un gracioso chiste que arrancó las sonrisas de los senadores. En vez de eso hay que solicitar una investigación y deslindar responsabilidades no basta con cerrarle las puertas por su “honestidad”. Detrás de este sujeto también hay tráfico de influencias de legisladores y funcionarios.

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(ALEJANDRO SÁNCHEZ / @alexsanchezmx)