¿A quién seguimos?
Me he hecho esta pregunta un millón de veces. El otro día me la sorrajó la señora de los jugos, la misma duda ansiosa que he escuchado en veteranos y jóvenes periodistas, universitarios, escritores, arquitectos, maestros, el poli nocturno y el sacerdote viejo de la iglesia a la que asisto de vez en cuando, arrastrado por mi familia.
“Guíame, sígueme o hazte a un lado de mi camino”, dijo el general Patton al conducir su batallón de tanques en la Segunda Guerra Mundial. En estos años me he preguntado quién nos guía, a quién seguimos y a quién debemos hacer a un lado. Nadie que no se atrinchere en partidarismos e ideologías puede negar que la situación del país (el dólar en el cielo, la inseguridad por los suelos, el narco en descontrol, la economía sin brújula, el sistema de partidos en un fango de corrupción y complicidades) por momentos es de terapia intensiva. Esta crisis extrema que vivimos ahora no es sólo responsabilidad del gobierno en turno, aunque es su entera responsabilidad resolver los problemas que arrastramos como un pesado fardo de herencia maldita, hace mucho tiempo.
El gobierno del presidente Peña se enfila a la mitad de su gestión como un hombre enterrado vivo, quien araña los muros del catafalco para escapar de ahí. A tres años de la elección de 2018, ¿hacia dónde vamos? ¿Quién nos guía? ¿A quién seguimos?
¿A López Obrador al frente en las encuestas hacia 2018? Su principal virtud y valor activo es que la izquierda que representa no ha tenido la oportunidad de gobernar México ¿Es la solución a los problemas del país? ¿Simboliza una izquierda progresista? ¿Se trata de una corriente a salvo de tentaciones de populismo y corrupción? ¿Es el líder que se requiere? En el camino del Peje se adivinan más dudas que certezas sobre lo que no es (o ya no es tanto) y en qué medida no lo será. ¿Estaríamos peor con él que con los gobiernos del PAN y el PRI de Peña? Yo creo que no, pero el líder de Morena tendrá que comenzar a explicar a la voz de ya los cómo y los por qué.
¿A Manlio Fabio Beltrones? Parafraseando a Labastida, lo han llamado mafioso y narco –la DEA–, y nadie olvida ese papel sospechoso de interrogador del asesino de Colosio que cumplió a petición del presidente Salinas. Pese a todo –a todo–, Manlio es visto por muchos como el político más profesional y experimentado. Electo por Peña para dirigir al PRI, comenzará pronto a recorrer el país en un viaje cuyo destino apunta al 2018. Una pregunta lo seguirá los siguientes años: ¿elegirá la continuidad o se atreverá a romper con el presidente Peña?
“Un líder es un proveedor de esperanza”, decía Napoleón.
¿A quién seguimos? ¿Quién nos da esperanza?
¿Al Bronco? ¿A Ricardo Anaya? ¿A José Woldenberg o a Carmen Aristegui, hacia donde algunos han comenzado a apuntar?
La sociedad –el conjunto de mexicanos– debe comenzar a cavilar ya sobre el delicado futuro del país:
¿Seguimos dentro, o caminamos fuera del sistema?
Es el dilema que viene.