Trabé cierta amistad con López Obrador en tiempos de los videoescándalos y del desafuero. Ésta, sin embargo, no fue la raíz por la que desde mis textos intenté defender a Andrés Manuel: lo hice porque era un golpe muy bajo que la dupla Fox-Salinas buscara borrarlo de la elección presidencial de 2006. En aquellos años, no voy a negarlo, creí que AMLO era la única alternativa política. Después vino la elección, la de 2006, y mi cercanía con López Obrador se fracturó: Óscar Camacho y yo publicamos un libro llamado La victoria que no fue, de editorial Grijalbo, y eso a López Obrador le disgustó porque no sólo mostrábamos las trampas en las que incurrieron Fox, Calderón, Elba Esther, las televisoras, los empresarios, el IFE y el tribunal electoral. También hablábamos de los errores y de la soberbia que tanto daño le causaron a Andrés Manuel. Esa lejanía no pesó en 2012 y voté de nuevo por él.
Dicho lo anterior, leo que este fin de semana AMLO fue elegido dirigente nacional de Morena. Los periodistas que siempre lo descalifican, y que incluso lo insultan, hablan de una elección antidemocrática, al más puro estilo priista. Los periodistas que lo idolatran dicen que no, que Andrés Manuel fue aclamado por los Morenos y, con ello, la esperanza ha regresado al país. Lo cierto es que López Obrador está de vuelta (otra vez), pero ahora no porque sea la salvación, sino porque en noviembre de 2015 parece la opción menos mala.
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Miren a sus competidores: Beltrones es un tipo con más leyendas negras que el Chapo Guzmán; El Bronco y Enrique Alfaro son sólo juegos pirotécnicos, inventos publicitarios, pues; a Moreno Valle no le ayuda lo represor, lo transa ni lo antipático; Mancera es un frívolo, por no decir que es un mediocre; Margarita Zavala carga los muertos que Calderón dejó por donde quiera que pisaba; Ricardo Anaya cree que la vanidad y la traición lo harán candidato; los prospectos del grupo Atlacomulco nomás alcanzan para jugar una cascarita en tercera división; en el PRD ni candidato tienen; en el Verde son unos pillos…
Sí, AMLO es un populista; ¿qué político que busca un cargo no lo es? No, no es un peligro para México; ese fue un invento del peligroso Calderón. No, AMLO no es ningún ignorante; es cierto que a veces le falla cómo comunicar una idea (nunca supo explicar que la República Amorosa era, en el fondo, la reconstrucción del tejido social que tanto estamos esperando), pero es un animal político que siempre va dos pasos adelante de sus adversarios. Sí, sí es un mocho aunque se diga juarista y también cree que la izquierda es nada más ayudar a los pobres. Sí, le encanta la victimización; en ocasiones hasta he pensado que no le gusta ganar. No, no es mesiánico, sólo es ególatra y no acepta críticas. Sí, es terco y desconfiado. Y sí, sí se está promocionando con los tiempos oficiales que le corresponden a Morena, pero tampoco es ilegal; más bien suele encontrar los resquicios de la ley.
Que AMLO sea presidente nacional de un partido después haber dirigido al PRD hace casi veinte años nos habla de una sociedad incapaz de generar nuevos liderazgos. Yo, como lo he escrito más de una ocasión, espero a esa viuda o a esa madre de desaparecido que nos lleve a la reconciliación y a sacudirnos de esta podrida clase política. Mientras tanto, en una excepción a la regla, prefiero el malo por conocer (es decir, a Andrés Manuel) que el malo conocido.