El duro enfrentamiento entre la CETEG (los radicales maestros de Guerrero) y la Policía Federal antier fue la primera señal de lo que viene este año.
Con la muerte de Claudio Castillo, maestro jubilado, la CETEG tiene ahora lo que necesita para prender fuego a la estepa: un fallecimiento.
Ahora marchan en Chilpancingo, mañana estarán en la Ciudad de México, si no es que hoy, para tratar de elevar la apuesta y generar mayor conflicto.
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Los maestros de Guerrero no son cualquier organización, están vinculados a la guerrilla, a las organizaciones radicales de izquierda que han habitado ese estado desde hace décadas, y además ahora son dueños del aparato burocrático del sindicato –flaco favor de la Reforma Educativa haber despertado a este monstruo.
Tiene dinero, tienen gente, tienen convicción y, más grave aún, tienen sed de sangre, de violencia y crecen en la polarización.
Con la decisión de frenarlos debe venir una lógica de dialogo y de disciplina táctica: desde hace dos días el gobierno federal y su policía no pueden, no deben, echarse para atrás. Deberán hacer valer su posición porque en este juego de ajedrez salvaje, ir hacia atrás a estas alturas implicaría caerse del tablero, entregar la partida.
Y ese no es un lujo que el gobierno federal puede darse en este momento.
A partir de ahora vendrá una oleada de provocaciones que deberán ser atendidas con respeto a los derechos humanos pero también a la ley.
¿Cuán lejos estará dispuesto a ir el gobierno de la República? ¿Cuál es el costo que tendrá llevar a la CETEG y otras organizaciones, que seguramente se sumaran, al respeto a la ley?
Estamos, trágicamente, frente al inicio de una guerra que librara múltiples batallas, las que fácilmente podrían tornarse violentas y que seguramente despertaran voces de apoyo y condena.
Este debate entre unos y otros no debe ser menor ni –sueño- maniqueo entre buenos y malos. El uso de la fuerza pública esta regulado y es legítimo, el problema es el abuso o el dinamitar el diálogo para usar la fuerza del estado.
Y la protesta social está legitimada y regulada, y debe existir siempre que se centre en el respeto a terceros, el respeto a las instituciones y la ley.
Curiosamente este respeto no es valorado como tal por los maestros en pie de guerra.
Que no nos quede duda alguna, la liga está rota, y al menos la parte que protesta no parece estar dispuesta a generar ningún margen para una salida negociada.
Este es el inicio de los combates generados por una lentitud de acción del gobierno y la oportunidad de capitalización de una serie de movimientos públicos y clandestinos que existen en nuestro país.
( Luciano Pascoe)