Ya van a ser dos meses de la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa. El mayor de las víctimas tiene 33 años. Antes de hacer su examen para ingresar a la normal se dedicó al corte de cabello exclusivamente para caballeros. “Cuando le dije primo córtamelo a mí, me contestó: no me lo tomes a mal prima, pero no me da confianza, es mucho cabello y muy largo, y ésta no será la primera vez que como peluquero toque la cabeza de una dama”, me contó Gloria Rivera, la prima.
Miguel Mendoza Zacarías era famoso en Mártir de Cuilapan, Guerrero, porque era el único de la región que podía hacer figuritas casi a rape como estrellas o logotipos. Cobraba 25 pesos.
Pero más allá de su oficio siempre compartía sus ideales entre sus compañeros y amigos y vale la pena reproducirlas ahora que las movilizaciones se han centrado en un solo personaje: Enrique Peña Nieto.
Mendoza Zacarías pensaba que el papel del Congreso ha ayudado penosamente en la consolidación y reinstauración del viejo régimen. El Pacto por México y los acuerdos secretos, decía, debilitaron las bases del estado mexicano y fortalecieron al virreinato de Peña Nieto.
En el cuarto de su casa había adaptado la peluquería. Era común que cuando hacía los cortes hablara de eso y siempre preguntara a sus amigos y clientes que pensaban de la vida que llevaban en el pueblo. Puras quejas escuchaba de respuesta.
En los dos meses que estuvo como alumno de nuevo ingreso en la Normal Rural había pedido formar parte del comité estudiantil que cada año se traslada por sus medios para promover la convocatoria de la Normal. Muchos alumnos de nivel preparatoria se quedan sin estudiar y él estaba convencido en que de boca en boca podían hacer la promoción y así ampliar su foro para hablar del papel de la Presidencia y el Legislativo.
Miguel es parte de ese 95 por ciento de la población estudiantil de Ayotzinapa originario de Guerrero. El resto proviene de Chiapas, Oaxaca, Morelos y Puebla, principalmente.
El mensaje que buscaba hacer llegar tiene fundamentos y respaldo. Estamos ante un intento de renacimiento de la patria. Lo clama una amplía mayoría de gobernados inconformes con el actual régimen. ¿Ha servido la presión social? Al menos en las últimas semanas Peña Nieto metió reversa a una licitación perversa para construir un tren, su esposa “canceló” la compra de una casa valuada en 87 millones de pesos.
En medio de ese panorama recordemos que Peña Nieto llegó al poder con un 38.21 % de los votos, según el IFE. López Obrador, acumuló el 31.59%, seguido por Vázquez Mota con el 25.41% de los sufragios.
Las últimas encuestas, las de Agosto, sobre la popularidad de Peña Nieto estaban en 51 por ciento. Había caído siete puntos. Esa evaluación se hizo antes del atroz caso de Iguala ¿En cuánto andará ahora? Extrañamente las encuestadoras no han hecho su trabajo.
Pero los legisladores no se quedan lejos. Están en los últimos lugares de popularidad. Llevan años compartiendo lugar con los niveles de reprobación de la policía corrupta. ¿Y quién les reclama a ellos? Con medios pacíficos, pero contundentes falta hacer algo contra los legisladores. Son ellos los que deberían redimir al pueblo.
El Congreso Constituyente de México de 1917 fue el órgano electo para redactar una nueva constitución para México en lo que hoy es el Teatro de la República de Querétaro.
¿O qué no son los representantes populares de la nación? Se ha pedido hasta el cansancio la salida de Peña Nieto. ¿Eso soluciona la crisis que vive el país? Hay quien opina que debe irse.
Por menos, en otros países los presidentes han sido depuestos en los últimos años: Fernando Collor de Mello en Brasil. Abdalá Bucaram en Ecuador. Fernando de la Rúa en Argentina. Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa en Bolivia. Y el memorable caso de Alberto Fujimori, quien después de meses de protestas contra la corrupción en su gobierno dejó el gobierno de Perú.
Diversos constitucionalistas dicen que la única salida es redactando una nueva Constitución en la que en verdad se abogue por los derechos humanos, haya mayor recaudación de impuestos con los hombres de negocios, se replanteé el sistema educativo y se otorguen mayores apoyos para el campo con de supervisión.
Nada equivocados los ideales de Mendoza Zacarías ni de sus 42 compañeros desaparecidos y los otros tres asesinados. Siempre supieron por que luchar y ese es el temor del Estado.
El que este joven no hubiese estudiado antes no era por falta de interés sino porque ayudaba a su madre en los ingresos de casa. Su papá se dedicaba al campo y su mamá prepara atole blanco a base de maíz con conservas como mango, calabaza, tejocote o según el fruto de temporada que vende por las noches. Las familias pobres lo usan como sustituto de leche. Un bote de cuatro litros su madre Margarita Zacarías lo vende en cinco pesos, pero en los pueblos a veces no hay ni para eso. No se puede vivir así. Hay más de 50 millones de personas en extrema pobreza y la clase media cada vez está más jodida.
Toca no claudicar contra los desesperados intentos del gobierno por apagar el fuego de Guerrero que se propaga por todo el país.
Los legisladores deben dejar de rendir pleitesía al monarca Peña Nieto. Deben entregar buenas cuentas y sólo se logrará uniendo la fuerza social.
Mendoza Zacarías ha hecho patria. Cuarenta y seis normalistas vinieron a despertarnos contra las injusticias.
(ALEJANDRO SÁNCHEZ / @alexsanchezmx)