Politólogo, periodista y profesor. Conductor de la Agenda pública en Foro TV.
Ebrard encontró lo que tanto necesitaba en la vida: un buen pleito. Para cualquier otra persona, sobre todo si no se es político, se diría que es una maldición. O cómo suponer que es bueno que el sistema político y legal lo muestre como el responsable de todas las fallas de la desastrosa línea 12.
Tiempo después, ya como Jefe de Gobierno enfrentó el caso del Newsdivine. Lo que pudo costarle el cargo terminó como un capítulo más de su carrera al quedar como redentor, y no como villano, al sacrificar a sus entonces secretario de seguridad pública y procurador.
Ebrard se sabe mover en las crisis. Por eso ahora ha desarrollado una estrategia para decir que las víctimas no son los ciudadanos afectados por las obras irregulares en el metro, sino él mismo, objeto de una persecusión desde Los Pinos. ¿Por qué? Porque creen que él sembró la historia de la Casa Blanca. Versión que ha negado pero que oportunamente puso a circular un columnista desde hace semanas.
Yo no sé si Ebrard alimentó esa historia pero sin duda la está capitalizando, incluso al negarla. Y por ello ya han vuelto a las redes muchos simpatizantes del ex Jefe de Gobierno que han encontrado el momento para volver a mostrarle su apoyo.
Pero hay otro ganador con este pleito, otro hombre que tiene la atención puesta en lo que hizo su antecesor y no en lo que ha hecho o dejado de hacer durante su propio gobierno y me refiero a Miguel Ángel Mancera.
Si la atención no estuviera puesta en la línea 12, ¿de qué obra hablaríamos?, ¿qué programa o logro ha destacado en estos dos años?, ¿cuál ha sido el sello de su gestión? Imagino el silencio de los lectores como respuesta.
Por eso, aunque habrá que ver el desenlace final de esta dura batalla, hasta ahora queda claro que la disputa por la Línea Dorada tienes a varios beneficiados. Lo malo, claro, es que entre esos no se encuentran los habitantes del Distrito Federal.