Les voy a hablar de un país maravilloso que es casi como México, pero no es México.
Este país se parece al nuestro, pero solo por encimita, porque si uno profundiza se dará cuenta de que aquí, de entrada, la geografía es otra. Tienen otros estados de la república, por ejemplo el estado de Lagos de Moreno, el estado de León, el estado de Monterrey y el estado de Tijuana.
Las capitales de los estados también son diferentes. En este país del que les hablo la capital de Veracruz es Boca del Río.
Este país tiene una historia fascinante y también muy parecida a la nuestra pero diferente. Por ejemplo, también existió un presidente llamado Benito Juárez, solo que en este país gobernó en 1969 y no en el siglo XIX.
La batalla de Puebla, en este país, aconteció en 1995 y no en 1862 como en nuestro México. Y como ese hay muchos ejemplos que marcan pequeñas diferencias históricas, geográficas e incluso de índole cultural. Por ejemplo, ellos también tienen un historiador llamado Enrique Krauze, pero en este país escribió La Silla del Águila, que en nuestro país todos sabemos que escribió Carlos Fuentes.
En este país los políticos son intercambiables, Gamboa y Beltrones por ejemplo. Si ves a uno le puedes llamar como al otro y no pasa nada, son como los personajes de un carta de baraja. Los oficios son diferentes también, allá en vez de epidemiólogos tienen epidemiológos y así poco a poco el buen observador va descubriendo a un país efectivamente parecido al nuestro pero difuso y confuso, como si todo el país fuera el boceto mal dibujado de un país, un país mal memorizado.
Ese país es el país que gobierna el presidente Enrique Peña Nieto. Un país sin “infrestructuchur” pero que él conoce bien, no como México, país del que ignora prácticamente todo: no conoce su geografía, ni su historia, ni su cultura, ni parece tener idea de cuál es su papel en esta vida.
En ese otro país Peña Nieto se mueve con la solvencia que te da no tener idea de lo que estás hablando. La autoridad que solo da la ignorancia. En nuestro país, mientras tanto, no conoce ni su propia historia y olvida hasta de qué mueren las personas que ama.
Eso explica por qué parece que a México no lo gobierna nadie. Peña está gobernando otro país, o tal vez sería más preciso decir: a la embarrada de país que tiene en su cabeza, sobre la que descansa su imperio de pifias, corrupción y autoengaños. El México real no tiene presidente.