–¿Tienes hijos?
Preguntó Carmen Salinas a mi madre, hace muchos años.
–Tengo dos niños.
–Qué bueno que no tienes nalgas que cuidar, mija –sonrió Salinas, quien se ganaba la vida en los años 80 haciendo imitaciones en el teatro Blanquita.
Carmen Salinas era conocida como La corcholata, un apodo que le ganó fama en el elenco de películas de ficheras acompañando en papeles secundarios a Sasha Montenegro, Angélica Chaín y Lin May, que en la era de José López Portillo hicieron del desnudo toda una industria y del cine nacional un chiste vulgar, un desastre.
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Casi cuatro décadas después, Lin May, Sasha Montenegro y Angélica Chaín forman parte del archivo muerto de artistas de este país.
No tan bella, menos sensual y en definitiva sin las curvas de sus compañeras de reparto, Carmen Salinas ha conseguido mantenerse activa en televisión, cine, teatro y en la política, gracias a su lealtad al PRI.
Con 81 años Carmen Salinas será, si nada extraordinario ocurre –nada más extraordinario que su candidatura– diputada federal del partido que fundó Calles.
Y lo será por la vía privilegiada de una candidatura plurinominal. Es decir que no tendrá que pedir el voto y hacer campaña.
Muchos artistas han sido diputados –Silvia Pinal, Julio Alemán y María Rojo– pero Carmen Salinas es un gran ejemplo para ilustrar cómo algunos personajes son capaces de sobrevivir y ocupar espacios vitales–en la política, en el cine, en la tele, en la radio– porque son leales al PRI, al gobierno en turno, a Televisa y al sistema económico y político de intereses que conduce este país.
Carmen Salinas es una de las artistas más taquilleras y populares. ¿Qué abuela, hija o nieta no ha visto las telenovelas donde hace el papel de vieja sabia, cabrona y dulce?
Carmen Salinas representa también una visión de lo peor que México fue durante décadas y no ha dejado de ser de muchas maneras; un país tierra fértil para el populismo, la ignorancia y el oportunismo. Un país donde la política y la televisión –escenarios primos hermanos– suelen transcurrir al margen de la razón, de la cordura, de la inteligencia.
Carmen Salinas fue llamada por una mesa de “priístas notables” al grupo selecto de candidatos por la vía plurinominal –y con esto no quiero decir que el resto sean personajes brillantes, decentes, ideales para llegar al Congreso–. A esos notables debemos preguntar:
¿A qué va la señora Salinas al Congreso?
–¿A legislar? ¿Cómo?
–¿A cobrar un salario multimillonario?
–¿A ser patiño del gobierno peñista?
–¿A llenar una de las cuotas corporativas del partido al que increíblemente todavía mueven los votos de pobreza, ignorancia y necesidad?
Con Salinas será diputada otra joya del priismo de la cartelera peñista: la madre de Cuauhtémoc Gutiérrez, priísta prostituidor de mujeres.
Señores notables del PRI: se volaron la barda notablemente. Qué nivel.
(Wilbert Torre)