El maestro René Bejarano suele cargar una libreta en la que siempre hará anotaciones durante sus conversaciones, ya sea para retomar ideas, poner fechas o asignaciones. “Es un hombre que no deja de trabajar. Lo mismo puede tomarte una llamada que marcarte a las tres de la mañana”, me dijo el senador Miguel Ángel Barbosa antes de que cayera en un coma diabético que le provocó la amputación del pie derecho.
Bejarano encontró una nueva oportunidad de imponer su fuerza y posicionarse como una amenaza para quedarse con el Partido de la Revolución Democrática (PRD). En medio de la polarización de la Reforma Energética fijó su nuevo reto después de su reaparición pública hace un año cuando festejó con música cubana y bocadillos las más de 30 diputaciones federales ganadas, seis senadurías, seis delegaciones en la ciudad de México y 15 asambleístas.
¿Sabe quien recopiló la mayoría de las más de un millón 700 mil firmas con las que el histórico militante Cuauhtémoc Cárdenas se puso al frente de una lucha desangelada por la defensa del petróleo? Nada más ni nada menos que el líder moral de Izquierda Democrática Nacional. Novecientos mil firmas con todo y clave de la credencial del Instituto Federal Electoral (IFE) le pertenecen, 300 mil son de la corriente de Marcelo Ebrard, y el resto de los Chuchos y otros grupos en que se encuentra fragmentado el partido más importante de izquierda.
El hombre que no deja dudas de que, como casi en todas partes del mundo la política maneja intereses oscuros y mete a funcionarios públicos en un círculo vicioso independientemente del color que sea, jugó con la energética a su manera. Uno de los temas más sensibles para los mexicanos sirvió como otro trampolín en lo que se ha ido parando en los últimos ocho años para volver a la escena poco a poco desde aquella vergonzosa transmisión.
Una fecha que se recuerda entre simpatizantes suyos es la del martes 29 de octubre cuando sostuvo una reunión informativa en el salón de un hotel con más de 150 integrantes y liderazgos de su corriente. Allí, con esa voz que a veces se le descompone como si alguien le apretara la garganta, dijo que el reto para IDN seria entregar unas 500 mil firmas. El profe, como le dicen, a veces hasta con cierta reverencia, los de su expresión tomó ese día su bolígrafo y libreta y a fulano y sutano, representantes de demarcación del DF y de otros estados les puso retos.
“No podemos seguir retrasando la entrega porque los temas políticos tienen tiempos de oportunidad“, pidió. ¿Cómo logra un hombre desprestigiado, con la más repudiada carta de presentación: la corrupción, ganar poder? Así: anotando, poniendo plazos, motivando a su gente y pidiéndoles que vayan a las casas, a los barrios, a las colonias a donde se concentra la comunidad.
Por un lado esa es la izquierda que avanza con números para su propio beneficio, mientras otra ala advierte que deja la mesa del Pacto por México en la que se sentó desde hace un año a negociar asuntos en privado con tres o cuatro hombres que tomaron unilateralmente los acuerdos. Esa es la fuerza que, como desde los últimos años avanza silenciosamente, que sigilosamente gana terreno y que hasta las propias circunstancias parecen estar de su lado como la enfermedad de López Obrador. Mientras el ingeniero Cárdenas reconsidera lo que hará después de ser vencido en su principal activo, los Chuchos hacen recuentos de daños y Andrés Manuel convalece, el profe acumula números de cara a un consejo político por la dirigencia nacional, donde actualmente su esposa Dolores Padierna y él poseen la segunda cartera más importante.
(ALEJANDRO SÁNCHEZ / @alexsanchezmx)