“El que se mueve no sale en la selfie”, por @monocordio

Antiguamente la frase era “el que se mueve no sale en la foto”, pero los tiempos han cambiado y lo de hoy es tomarse una “selfie”, o séase una foto de uno mismo tomada por uno mismo frente al espejo de la pantalla de uno mismo. Una especie de onanismo fotográfico-narcisista absolutamente banal, pero eso sí, muy incluyente.

Y cada vez más, porque como no nos basta vernos a nosotros mismos en el espejo de nuestras “selfies”, hemos decidido incluir a los demás para poder mirarnos juntos al espejo. Así, extasiados de vernos y de retratarnos, hemos rebasado los límites de nuestra vanidad.

No lo justifico, pero tampoco podemos soslayar que durante décadas cada que alguien se la estaba pasando muy bien con otras personas y quería capturar ese momento tenía que sacrificar su presencia de la fotografía. Algo que agradecerían hoy en día muchos políticos que se han fotografiado con narcotraficantes, pero que para alguien que estaba en paz con sus seres queridos resultaba francamente frustrante.

Yo, por ejemplo, de la época de mi matrimonio casi no salgo en ninguna foto con mi ex esposa porque yo era el que tomaba las fotos. Cosa que a estas alturas ya no se si sea buena o mala, pero me hace ver a la distancia que siempre estuvimos en lados opuestos de la fotografía.

Si apelamos a la historia la primera “selfie” de la que se tiene registro es el portentoso cuadro de “Las Meninas”, porque sale el propio Velázquez pintando a la familia de Felipe IV al tiempo que se pintaba a sí mismo; aunque hay que reconocer que hubiera sido increíble que existieran en la época de Cristo y poder ver las “selfies” de la última cena, o de Jesús en la cruz con Dimas y Gestas haciendo gestos al fondo.

La moda de las “selfies” nos permite tener un punto de vista diferente sobre nosotros mismos pero incluso sobre momentos míticos de nuestra historia. ¿O acaso no acudimos los mexicanos cada 12 de diciembre a rendirle tributo a una “selfie” de nuestra virgencita plis?

Sí, llegan a ser pedantes, absurdas, innecesarias e incluso molestas, pero en algo tranquiliza saber que nunca más habrá una fotografía en la que no salgamos nosotros.  Aunque, insisto, a estas alturas ya no se si eso sea bueno o sea malo. Simplemente saquen sus teléfonos y disfruten de la maravillosa experiencia de mirarse al espejo juntos haciendo como que somos felices.

Y recuerden que el que se mueve no sale en la “selfie”.

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(FERNANDO RIVERA CALDERÓN)