Cabezas, desmembrados, mutilados, cadáveres, decapitados, fosas, ejecutados, degollados, desaparecidos, levantados, colgados, descuartizados.
Ya son nueve años de la Guerra contra el Narco, nueve años en que nos persiguen esas palabras: las noticias las dicen, las visualizamos (imaginamos un desollado, un desmembrado), y si acaso pensamos unos segundos en el dolor que hubo detrás de cada una de ellas. ¿Y luego?
Me intriga cómo procesa la psique esas noticias de pesadilla. ¿Las instalamos en nuestra vida? ¿Las dejamos permanecer un rato y luego las desechamos? ¿Dormitan en nuestro inconsciente? ¿Son un shot de “entretenimiento” que se disuelve cuando la nota acaba y vamos a comprar leche o pagar la luz?
El lunes oí esto en Radio Fórmula: Juez libera a cuatro militares del caso Tlatlaya, donde fueron asesinadas 22 personas que al parecer se habían rendido. Hasta ahí, normal. Pero la nota cerró con la causa de la liberación: “La PGR no notificó a los soldados quién los acusaba ni les permitió reunirse con sus abogados”.
“Entonces volví a preguntarme: ¿qué puede pensar cualquiera que oyó la nota?”.
Opción A) Ay, estos chavos de la PGR, tan descuidados, ojalá a la otra sí notifiquen a los soldados quién los acusa y les permitan ver a sus abogados. B) Pobre PGR, cualquiera se equivoca. C) Pedazo de juez, ahora muy respetuoso de ley pero quién sabe cuántos inocentes ya metiste al bote. D) Bien por el juez, tan recto. E) ¿Cómo diantres olvidó o ignoró la PGR ese simple protocolo? Para esta última opción (la que parecería más sólida), la única respuesta es: son tontos.
Uno comprendería que a un inculpado lo liberen por falta de pruebas, pero cuesta creer que lo liberen porque quien acusa es tonto. Es tan absurdo como que a un arquitecto se le caiga un edificio pues olvidó construir cimientos, que a un paramédico se le muera alguien pues dejó en casa el desfibrilador, o que un músico no dé un concierto ya que olvidó la guitarra.
La PGR no puede olvidar (o ignorar) el ABC de la ley: la ley es el agua donde nada. En esta guerra hay muertos por miles y ellos merecen que la PGR sea una máquina perfecta. ¿No lo es porque son tontos? La PGR posee recursos tecnológicos y económicos a pasto con los que redactar un manualito con 10 puntos básicos para que alguien que supone culpable responda ante la ley.
Creo que la realidad es otra: si te haces el tonto y te creen, no hay modo de que te ataquen: “¿Qué quieres que haga? ¡Soy tonto!”.
Falso: la PGR sabe el por qué de todos sus pasos, sabe cómo encubrir.
Convenzámonos de que no son tontos -se hacen-, porque en El Reino de los Tontos es fácil apilar muertos sin que caigan culpables. Si creemos en el Reino de los Tontos nos haremos viejos y nuestros hijos se harán viejos en un país de desollados, desmembrados y el resto del catálogo noticioso del espanto.