Celebro que la editorial Riverhead publicó la novela El Ruido de las Cosas al Caer del colombiano Juan Gabriel Vázquez, ganadora del premio Alfaguara en 2011. La traducción del extraordinario título es exacta: The Sound of Things Falling. Tardé dos años en tomar el ejemplar que tenía en mi buró y sentarme a leer; cuando finalmente la acabé, quedé maravillado.
La historia gira en torno a Antonio Yammara y su fugaz amistad con Ricardo Laverde, un hombre mayor que él, a quien conoce jugando billar. Después de unas cuantas charlas, un par de encapuchados asesinan a Laverde y balean a Yammara, quien sobrevive de milagro. Ahí comienza el grueso de la novela: una historia que traza los intentos de Yammara por conocer a Laverde, por hilar su pasado, acercarse a sus seres queridos y, de esa manera, poder continuar con su propia vida. La búsqueda sirve como pretexto para pintar un lienzo complejo que retrata la violencia que arrasó con Colombia durante décadas, y las cicatrices que esos años dejaron en su gente.
Sin embargo, El Ruido de las Cosas al Caer es mucho más que un recorrido histórico. Vázquez y su envidiable prosa parten de un contexto particular y, desde ahí, ahondan en la naturaleza del olvido y el recuerdo, la culpa y la muerte. En un conmovedor pasaje, Yammara conoce a la hija de Laverde mientras la observa atender a una colmena de abejas (es apicultora). Aquí, como en muchos otros momentos, Vázquez describe lugares y situaciones con la misma destreza con la que registra el complejo mapa del comportamiento humano. Como todas las grandes creaciones literarias, Yammara es un personaje contradictorio, igualmente exasperante y entrañable, inmerso en una empresa que sacia su obsesión a cuentagotas mientras pone en peligro la estabilidad de su familia, compuesta por su mujer y su hija pequeña.
La novela de Vázquez funciona vista a la distancia, al mismo tiempo que resiste el más profundo de los escrutinios. En cada página –y casi en cada párrafo- hay una urdimbre pulida, una observación punzante, un instante auténtico o un hallazgo literario. La trama se desliza sin obstáculos aun cuando Yammara comienza a sumergirse en la vida de Laverde y el autor se ve obligado a desdoblar la narrativa para poder contar el presente de uno y el pasado de otro. Ni siquiera un flashback, quizás innecesariamente extendido, logra desviar nuestra atención del drama central de estos dos hombres, vinculados por una coincidencia.
En suma, El Ruido de las Cosas al Caer es una novela aguda y memorable, que merece más reseñas como la que recientemente escribió Edmund White en la portada de la sección de libros de The New York Times, a propósito de su publicación en Estados Unidos. Los lectores de habla hispana debemos aprovechar que Vázquez es colombiano y leer su novela en nuestro propio idioma. Les prometo que no se arrepentirán.
(DANIEL KRAUZE)