El reportaje comenzaba con la anciana Gonzala Guzmán, a quien la luz del sol le dura hasta las tres de la tarde. A partir de esa hora a su casa le llega la noche anticipada y al pasillo de la privada donde vive lo cubre una sombra. Como si viviera en la Ciudad Gótica de Batman, los edificios inteligentes que le construyeron al lado la condenan a la sombra.
“Ora sí… harto frío por estos edificios que hicieron bien altos”, se lamentaba afuera de su casa donde, cada tanto, al piso le daba hipo por las excavaciones de los nuevos edificios, la electricidad se esfumaba con las explosiones de los transformadores y de las tuberías salía apenas una brizna de agua.
Eso ocurría en lo que las inmobiliarias bautizaron como Nuevo Polanco, aunque el vulgo le dice Ciudad Slim. Ese parece ser el futuro de las colonias que están “de moda” en la Ciudad de México. Donde la verdadera moda son mayores ganancias para unos pocos, sin un verdadero beneficio social.
Recuerdo esa imagen del cielo encapotado en esa noche interminable cada vez que paseo por mi barrio en plena transformación y me entero de las nuevas amenazas, como la construcción del #CorredorShopultepec que inquietaba a los vecinos, preludio del futuro cuando abrimos la llave y no sale agua, cuando los negocios privatizan las calles, cuando no encontramos lugar de estacionamiento y tenemos que pagar para estacionarnos en nuestra propia casa. Cuando los precios se disparan y nuestra economía encarece. Cuando las calles por las que caminas dejan de pertenecerte.
En la consulta ciudadana del 6 de diciembre sobre el Corredor Shopultepec el NO se impuso alumbrando un SÍ “a nuestro derecho a la ciudad.” No a la imposición. Sí a la libre determinación. No al negocio. Sí a la ciudad para todos.
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Lo hicieron posible los vecinos, los bicicleteros, los urbanistas, los periodistas, con creatividad, información, redes sociales, marchas, pósters en las calles, artículos de periódicos.
En su muro de Facebook, el analista y activista posmoderno Alberto Serdán resumió el significado de ese triunfo en un diálogo:
“– ¿Querida qué crees? ¡Ganamos!
–¿O sea que voy a seguir viendo el cielo y habrá árboles?
Pues sí, luego de que brincó sobre mí para darme un beso y un abrazo, uno entiende que, al final del día, de eso se trata: de tener derecho a ver cielos y árboles.”
De eso se trata. De que las inmobiliarias y los gobernantes corrompidos no nos condenen al frío, al tráfico, a la escasez de agua, a un paisaje sin verde, al ruido, al desalojo. Este fue un SÍ a decidir nuestro futuro y a frenar que se reproduzcan la ciudades cueva como la de Batman, donde no parece florecer la vida.
Hoy más que nunca me resuena una reflexión que escuché: Quizás en este momento el horizonte no nos lo dará una reflexión política-ideológica, sino una reflexión ética de hacia dónde y con quién queremos caminar, qué tipo de relaciones, de entorno queremos construir o reconstruir.