Vas a decir que estoy bien menso, me cae, pero igual te cuento porque sí estuvo bien cabrón lo que me pasó el otro día. Creo que te platiqué que tenía que ir a Arcos de Belén por unas actas de nacimiento; pues haz de cuenta que ese día agarré un taxi ahí por la casa y que me toca un taxista pon tú de mi edad o chance más grande.
Desde que me subí se me hizo raro que este güey no me viera por el espejo ni nada, iba como apendejado hablando con su hermana. Ya luego colgó y haz de cuenta que empezó a llorar, pero leve, para que yo no me diera cuenta, yo creo, así que mejor me hice güey y me puse a ver por la ventana. Pero después de un rato le pregunté que si estaba bien o qué pedo y me dijo que tenía un problema familiar. El chiste es que se puso a contarme de su papá, que según esto también era taxista y había atropellado a un motociclista que se habían llevado a La Raza porque de plano el trancazo había estado tan cabrón que lo iban a tener que operar de las cuerdas vocales. Y ahí tienes de que el papá del motociclista le pidió 40 mil pesos a la familia de este cuate, dizque para otorgarle el perdón, pero por más que se pusieron a juntar lana con los familiares y los vecinos y los amigos nomás no la armaron.
Ya luego el señor este les dijo que con 20 mil pesos les daba chance, pero que tenían que pagar antes de la una de la tarde porque si no se iban a llevar al papá al penal y ahora sí iba a estar más cabrón que pudieran sacarlo. Para no hacerte el cuento más largo, resulta que eran casi las 12 y todavía les faltaba juntar 1,800 pesos. Y ahí voy yo y le digo que si quiere le puedo hacer el paro porque yo sé lo que es tener que juntar dinero así en chinga, pero él dijo que no, cómo crees, que ni siquiera nos conocemos, muchas gracias y la chingada. Total que le pedí que me llevara a un cajero para darle ya de una vez 2 mil varotes por lo que hiciera falta. Pero él decía que no, que cómo crees y la chingada, pero al final sí se los di y me sentí bien porque el pobre cuate estaba bien agradecido y hasta empezó a llorar otra vez.
Me dijo que se llamaba Carlos Mondragón Díaz, que anotara su celular y hasta me pidió que le marcara ahí mero para que viera que no era choro. Entonces le habló a su hermana para contarle y se fue en chinga para llegar al juzgado o algo así en Oceanía. Ya después me quedé pensando si no había hecho una pendejada, pero yo creo que hice lo que cualquier mexicano hubiera hecho por otro mexicano, o sea que preferí confiar en este güey, que es como si confiaras en todos los mexicanos, y entonces que me marca después de un rato para decirme que gracias por el dinero y que se va a poner a trabajar duro porque le gusta su trabajo y que a huevo me paga el sábado. Yo le dije que no había pedo, pero aguanta, al rato te cuento bien en qué termina esta cosa porque se pone chingón, es que ahorita me están llamando del trabajo.
(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS / @jorgepedro)