‘El Tío Sam y sus niños migrantes’, por @wilberttorre

–No tienen ropa de cambio y algunos vienen mojados –informó Adrián por el alta voz, desde Huehuetoca, Estado de México, donde La Bestia pasa atestada de migrantes.

–¿Cuántos son? –Preguntó Jorge Andrade, líder del Colectivo Ustedes Somos Nosotros, en el celular que hace funcionar como oficina de asistencia. Era la mañana del jueves 19 de junio, unas horas antes de que los presidentes Barack Obama y Enrique Peña Nieto conversan sobre la crisis de los niños migrantes. En 2014 alrededor de 60 mil han sido detenidos en la frontera de Estados Unidos.

–15 mujeres y 8 niños. Vienen señoras con dos bebes en brazos.

–Pon al teléfono a uno de los niños.

–Hola.

–Hola, ¿cómo estás?

–Bien.

–¿Cómo te fue en el viaje?

–Me siento cansado.

–¿Cuántos años tienes?

–Diez.

–¿De dónde vienes?

–De Honduras.

El niño no parecía asustado. Viajaba con su madre, como el resto de los niños que habían pasado la noche en el albergue San Juan Diego. Ahora los migrantes discutían si debían caminar una hora y media hacia el basurero, un territorio de asaltos y secuestros, y subir por la curva cuesta arriba que toma La Bestia en Tequixquiac para saltar a ella en el instante breve en el que el tren avanza despacio, como un elefante viejo, cargado de viajeros centroamericanos.

Jorge Andrade tiene 43 años y hace varios que se ha involucrado en la misión de ayudar migrantes en su paso por México. Nada le había preocupado tanto como la crisis de los niños detenidos en Estados Unidos.

La mayoría viene de Guatemala, El Salvador y Honduras. Son obligados por sus padres a hacer un viaje plagado de peligros para llegar a Estados Unidos. Prefieren que sus hijos corran un gran riesgo a que permanezcan en su país, en donde muy probablemente se unirían al crimen organizado o serían víctimas de él.

Jorge Andrade hacía una reflexión el jueves en Huehuetoca: la crisis humanitaria no ocurre en la frontera de Estados Unidos donde 60 mil niños han sido detenidos, sino en sus países de origen, de donde huyen asediados por la violencia.

¿Cuál es la responsabilidad política de Estados Unidos en esta tragedia?

Con frecuencia los países de América Latina han cosechado los frutos podridos sembrados por Estados Unidos. El último de esos episodios es la guerra mexicana contra el narcotráfico, una guerra pactada en la Casa Blanca, como muchas otras guerras, por Felipe Calderón y George W. Bush, un día de noviembre de 2006.

En México han llovido muertos. Alrededor de 100 mil en estos años. Estados Unidos presionó a México para declarar una guerra frontal contra las drogas, mientras el principal consumidor del mundo no hace nada por combatir al narcotráfico en su territorio. En los dominios del Tío Sam las drogas van en free ride. En México se tiñen de sangre.

Algo similar sucede con la crisis de los niños migrantes. La violencia que en México alcanzó dimensiones demenciales con la mano detrás de Estados Unidos, se desplazó a Centro América. Ahora Guatemala, El Salvador y sobre todo Honduras son el polvorín que México no ha dejado de ser.

A las 5 de la tarde del jueves, en Huehuetoca los niños y sus madres treparon a La Bestia. ¿Qué hará el gobierno de Barack Obama? Detener y deportar a los niños migrantes, que entonces estarán a merced del crimen organizado.

Los niños migrantes son una de las vergüenzas más grandes de ese pariente siniestro llamado Tío Sam.

(Wilbert Torre / @WilbertTorre)