Hace tiempo que no vivíamos un proceso electoral intermedio tan convulso y repleto de violencia física, verbal, comunicacional e ilegal.
Hemos visto fotografías y fotomontajes de helicópteros, de aviones, embustes con fotos con narcos en antros y pent-houses que no son. Casas millonarias de gobernadores, declaraciones patrimoniales falsas, trucadas y bien presentadas. Candidatos muertos por el crimen, candidatos independientes que se rumora son criminales.
Hemos visto insultos, corretizas y tubazos, marchas, groserías, racismo.
Ideas unas pocas, todas más o menos oídas antes.
Propuestas interesantes prácticamente ninguna.
Pero tal vez lo más preocupante de todo este proceso no sea que los políticos se den con todo, o que los ciudadanos se crean que son mejores que su clase política (no olvidemos que todos esos monstruos de la política son producto de una sociedad cínica, hipócrita y bastante corrupta como la nuestra), lo peor de todo son las encuestas.
El gremio de las encuestas esta bajo una seria amenaza y no parecen darse cuenta o lo disimulan muy bien.
En primer lugar han dejado de criticarse y contrastarse. Cuando discrepan en resultados sólo alcanzan a decir: mis números y los suyos son distintos.
Se escudan en que las encuestas son fotografías instantáneas de un momento. Y que si yo encuesto un día y tu otro, todo ‘puede’ cambiar. Fantasía.
En segundo lugar, las encuestas pueden ‘ajustarse’ técnicamente para favorecer ciertos resultados, y los contratantes de las mismas lo saben. Y todo ello, maravilla, dentro de la ‘verdad’ técnica.
¿Tu candidato es más conocido en el barrio que en la privada? ¿Le va mejor con mujeres que con hombres? ¿Los jóvenes lo critican más que los viejos?
Fácil ve al barrio, encuesta a mujeres viejas. Voilà.
Ahora sólo falta el último asunto, su uso político: consigue quién te la publique. Listo, muévela en redes sociales y crea el ambiente de que vas arriba.
El gran problema es que todos hacen eso. Y nadie lo denuncia.
Vi dos encuestas diferentes sobre Sonora. Querétaro vi tres. Todas diferentes. Vi dos sobre el resultado nacional muy distintas –en particular donde ven al Verde y a Morena-.
Vi encuestas sobre San Luis Potosí antagónicas. Sobre Michoacán, también contrastantes. De la delegación Miguel Hidalgo tres sondeos tienen al PRD y David Razú arriba y ayer Reforma suelta una totalmente diferente. Encuestas sobre Benito Juárez no discrepan sobre quién gana pero sí mucho sobre el segundo lugar. La mayoría tiene a Xiuh Tenorio en segundo. Pero no todas. Así que ¿a quién creerle?
Las encuestas son herramientas indispensables para casi toda tarea pública. Pero su abuso ha derivado en una gran herramienta democrática tirada a la basura , gracias a las payasadas electorales.
Hoy son una arma más en el deshuesadero que son las elecciones.
(LUCIANO PASCOE)