Entre el cinismo y la mentira; por @drabasa

Una encuesta revelada por The Tonight Showm, en los Estados Unidos, mostró que existen más norteamericanos convencidos en la teoría de que el cambio climático es una especie de complot demencial de los liberales que un hecho comprobado, avalado por cuanta comunidad científica seria hay en el mundo.

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En la misma línea, en su editorial del New York Times, Peter Krugman ridiculiza la manera en la que los congresistas republicanos han recurrido a la mentira abierta para combatir a sus adversarios políticos. Como ejemplo brinda las declaraciones de Pete Sessions, congresista texano del partido republicano que recientemente atacó el plan de salud de Obama diciendo que la expansión de la cobertura cuesta alrededor de 5 millones de dólares por cada beneficiario que se suma al programa. La cifra real, expone Krugman, está alrededor de los 4 mil USD. Es decir, con tal de manipular no sólo la opinión pública sino el debate político, Sessions no tuvo empacho en inflar la cifra en 1250% veces. A partir de este caso, el célebre economista norteamericano explica cómo el debate político en temas centrales para la opinión pública se libra a través de estrategias mediáticas y tiene cada vez menos correspondencia con la realidad y los hechos que la respaldan.

En nuestro país la mentira o la negación ante hechos flagrantes es un instrumento cotidiano que se ejerce hasta el ridículo. Los tres partidos políticos con mayor representación electoral han perdido absolutamente la autoridad moral para denunciar actos de corrupción, cohecho o incompetencia. Se tunden entre sí de forma itinerante en un acto de absurda simulación pero cuando hay que fijar métodos y candados para atar sus propias manos se convierten en un bloque solidario que preserva una estructura política que está aniquilando cualquier posibilidad de futuro. La cantidad de escándalos que a diario circulan en los medios les permiten tejer cortinas de humo que pronto diluyen incluso los temas más escabrosos, los más flagrantes, los más indignantes. La mentira, la negación y la complicidad con la que se atajan los delitos que se descubren es indignante y preocupante. Abisma aún más la distancia entre los políticos y sus representados, dinámica que la Historia ha demostrado que no tiene una elasticidad infinita.

No obstante lo anterior, preocupan aún más los casos en los que la mentira o la simulación no son siquiera necesarios. El PVEM, por ejemplo, ha resultado ser, paradójicamente, uno de los partidos que exhiben sus fundamentos de forma más transparente: son corruptos y tramposos abiertamente. Otro ejemplo claro es el alcalde de San Blás que no sólo ha admitido ser un ladrón sino que se ha ostentado ante cámaras con comportamientos de una repugnante misoginia que demuestran lo todopoderoso que se siente en el asiento público que detenta.

La descomposición es honda y el camino incierto. Entre los múltiples factores que componen el horror de nuestro presente se encuentra el desahucio en el que se encuentra el ánimo de todo aquel, toda aquella con un mínimo de pensamiento crítico y analítico. Un verdadero ambiente de funeral –física y metafóricamente– campa en el preludio de las próximas elecciones.

(Diego Rabasa)