Pues el tema ha sido Uber, ¿#ubersequeda o #ubersequeda-atorado…? Ahí les va mi super- análisis: sí, pero no (¿soné como verdadera analista?).
A gritos procedió a notificar que había llegado el “servicio de taxi” (supongo que era muy difícil subir 10 escalones para no gritar). Ahí la dejamos… servicio.
¿La discusión es que Uber se vaya porque es “competencia ilegal” de los servicios de taxi plagados de irregularidades y corruptelas… o que Uber se quede porque ofrece un mejor servicio y ni taxi es?
Según me contó la gente que trabaja en Uber, los choferes (a quienes no se les debe llamar taxistas, #ojo) deben: abrirte la puerta, ofrecer agua, preguntar si te gusta o no la música.
Quizá todo eso es una nimiedad, pero es parte de una promesa de servicio. Y no todos lo cumplen; como les conté la semana pasada, muchos siguen con la conga sin pudor.
Otra oferta del servicio es preguntar si aceptas la ruta marcada en el mapa o prefieres otro camino. No todos preguntan, hubo uno que lo hizo y fue un GRAN dolor: NO entendía o sabía leer o usar Google Maps. Muy amable, pero la manera nerviosa en que giraba el celular al tiempo que volanteaba me puso los pelos de Celumadre de punta (y Celu intenseando con “¿dónde estamos, mamá?”).
Y lo más piorsh: de pronto, en medio de ese caos, escuchamos en la radio de onda corta (malditos aparatitos que pensé exclusivos de servicios de taxi de base regularmente improvisada, ilegal y pirata): “¿Qué onda wey? ¿Hay pasaje o no wey? Porque por donde están los otros está muerto wey. ¿Entonces qué wey? ¿Sí está movido?”
Pensé: ok, otro servicio que parece no poder contra la mafia de los ventajosos, de los que echan bola y tienen varios choferes “trabajando” para ellos, improvisando o medio aprendiendo… atorándose.
¿Es culpa de Uber? No sé, el hombre fue amable, y seguro pasó todos los exámenes que les hacen. Pero sus competencias o su carácter o lo que sea no me hicieron sentir segura. ¿Esperaría que en un servicio que promete grata experiencia de viaje tuviera que escuchar weyear al chofer? No.
Tampoco lo esperaría de un #taxi libre, quisiera que cualquier transporte ofreciera un servicio de calidad. Celu me preguntó por qué el sedán rojo se había estacionado en un lugar prohibido, “¿quién tiene la culpa?”; pues todo empieza por nuestras autoridades, digo yo, “imagínate que, en lugar de trabajar todos los días, yo me fuera al cine (o a Las Vegas, como alguuunoss), tú qué harías?”. “Pensaría que no es necesario ir a la escuela”, respondió la moconiña.
¿Por qué no cumplimos las reglas? (taxistas, uberchoferes y ciudadanos en general), pues porque podemos, nada pasará; en el peor de los casos, daremos una mordida, organizaremos una marcha o hashtagearemos por una causa.
Y por cierto, el de #ubersequedaatorado me lo regalaron varios pasajeros que han pasado por experiencias similares a la mía: ¿qué es peor #chofernosabeusarelmapa o chofer anda en unidad irregular repartiendo mordidas a lo wey?