La primera frase de la canción “Pobre Cristina” que Joaquín Sabina le escribió a Cristina Onassis hace algunos años le queda a la perfección a muchos de nuestros políticos: “Era tan pobre que no tenía más que dinero”.
Y es que es el dinero lo único que se les nota. La única “virtud” que salta la vista ante la pobreza generalizada que los embarga: pobreza intelectual, pobreza de ética, pobreza emocional.
Por ejemplo, el presidente Peña Nieto y su secretario de Hacienda Luis Videgaray son extremadamente pobres. Carecen prácticamente de todo, menos de dinero. Como carecían de votantes compraron los suficientes para ganar la elección; como no tienen amigos tienen que comprarse amigos ofreciéndoles licitaciones y contratos; como no tienen escrúpulos le compran casas a esos amigos que previamente se habían comprado, casas gigantescas donde su pequeñez pueda instalarse cómodamente, y como carecen de dignidad se compran una justificación para sus actos, sin importar que no se la puedan vender a nadie.
Curioso país en el que los ricos y poderosos son más pobres que los pobres mismos. Curioso que su miseria no sea económica, como le sucede a millones de mexicanos, y que sea justamente esa aparente riqueza la que desnuda lo vacíos que están, lo pequeños que se sienten, la abrumadora soledad que los rodea. Porque al final sus casas les quedan grandes, sus fortunas les quedan grandes y sus puestos les quedan grandes, como evidentemente le queda grande la silla del águila a Enrique Peña Nieto.
Ser el hombre más rico y poderoso de este país no te salva de la pobreza. Al contrario, hace que se te note más lo que no tienes; el dinero no compra sensibilidad, ni educación, ni inteligencia, ni siquiera puede evitar que te saques un moco en público y te tomen una fotografía haciéndolo. Nuestro presidente podrá comprarse un Picasso, pero carece de la sensibilidad para apreciarlo, podrá comprarse una orquesta que le toque cada mañana Las Ruinas de Atenas, de Beethoven, pero no escuchará más allá del parecido con la música del Chavo del Ocho. Podrá comprar una elección pero no sabe cómo gobernar un país porque carece de formación política, de experiencia, de lecturas fundamentales, de personalidad, de convicciones, de un verdadero liderazgo.
Es muy pobre el presidente. Es muy pobre su secretario de Hacienda. Rosario Robles vive en la extrema pobreza. Es muy pobre todo el gabinete y los gobernadores y los ministros y legisladores. Empobrecen la política, empobrecen la economía, han empobrecido el dialogo y las manifestaciones. Su pobreza es la peor de todas, porque permite que la otra pobreza, la que lacera a millones, la que encumbra a la desigualdad, a la corrupción y a la impunidad siga afectando cada vez a más personas.
La pobreza de visión de nuestros gobernantes, su pobreza moral y su miseria humana en pos de tener más dinero pasando por encima de todo y de todos, le está robando a este país la posibilidad de tener un futuro diferente. Y aunque se compren casas enormes, seguras e inteligentes, seguirán viviendo como pobres de cabeza y de corazón, de esos que solo tienen y solo quieren dinero, porque carecen de todo lo demás.
(Fernando Rivera Calderón)