A finales de noviembre de 2013, Peña Nieto entregó el Premio Nacional a la Exportación a Productora Industrial del Noroeste, mejor conocida en San Quintín como Rancho Los Pinos. Los dueños de ese rancho, Antonio y Rafael Rodríguez Hernández, cultivan productos hortícolas para el mercado gringo. Los Rodríguez, por lo que he leído, tienen avionetas, yates y autos de esos que cualquier valet parking quisiera estacionar. La residencia de uno de los Rodríguez fue construida en lo alto de la colina del rancho, supongo que para que a nadie le quedara duda de que la explotación de miles de jornaleros indígenas hace millonario a cualquiera. Sí, los jornaleros viven abajo, en el inframundo y por eso están exigiendo puro derecho constitucional que a los Rodríguez les parecen lujos.
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* Demandan que, por 14 horas de trabajo, reciban 200 pesos y no 120 como hasta hoy (ese salario, más alto que el mínimo, les quita otros beneficios: aguinaldo, vacaciones, reparto de utilidades, pago del séptimo día y días festivos). El sueldo, además, se paga en cheque y es cambiado por comerciantes vinculados a los Rodríguez. Tiendas de raya, pues.
* Demandan que sean afiliados al IMSS y, quienes ya lo están, buscan que sean atendidos a cualquier hora, pues por el momento sólo pueden ir al médico durante el horario de trabajo. Por cierto: a muchos jornaleros se les descuenta la cuota del seguro, aunque la empresa ni siquiera los ha dado de alta.
* Demandan que paren las agresiones sexuales que sufren las mujeres por parte de los capataces y demandan que a las madres trabajadoras se les respeten sus derechos durante la gestación y el posparto.
* Demandan que la CTM y la CROM ya no los representen, pues llevan toda la vida negociando con los patrones sin tomar en cuenta a los jornaleros. Además les descuentan cuotas sindicales sin recibir ninguna protección.
* Demandan la regularización de sus predios, agua potable, luz, educación…
San Quintín no es el único lugar donde los jornaleros son tratados como esclavos. Sucede en todo el país. Hace dos años, por ejemplo, supe de 271 jornaleros que fueron rescatados en el sur de Jalisco. Bioparques de Occidente, una empresa sinaloense que está orgullosa de exportar más tomate que ninguna, les pagaba 50 pesos diarios a los trabajadores, los alimentaba con arroz y frijoles, los encerraba en cuartos con chinches y cucarachas, no había escuela para los niños y, entre otras monerías, los capataces se la pasaban pegándoles todo el santo día. Supongo que las condiciones en Bioparques no han mejorado desde aquella fecha.
La esclavitud de jornaleros es un círculo vicioso fomentado por compañías explotadoras y gobernantes coludidos, y ninguno de ellos está dispuesto a romperlo. No dudarán en reprimir al trabajador que desafíe su imperio, como ocurre ahora en San Quintín. Los Rodríguez, los que Peña Nieto premió en 2013, deberían de estar en la cárcel, e incluso el gobernador de Baja California, el tal Kiko Vega, debería estar renunciando. Lamentablemente estamos en México y nada va a cambiar hasta el día en que la sociedad se atreva a poner un alto.
( Alejandro Almazán)