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31 de octubre 2024
Por: Redacción

Brujería y moda

El arquetipo moderno de la bruja en la moda ha sido reinterpretada como símbolo de misticismo y empoderamiento, encarnando identidad, resistencia y espiritualidad

Por Patricia Soto

Agatha, Sabrina, Winnifred, Glynda, Elphaba. La figura de la “bruja” está pasando de ser símbolo de misterio y temor a uno de autonomía y resiliencia. Durante siglos, las mujeres “hechiceras” fueron vistas como amenazas al orden social, tanto en las culturas europeas como en las colonias. Hoy, el estilo inspirado en este personaje se convierte en una declaración de independencia y conexión ancestral.

Históricamente, la relación entre la brujería y la ropa ha sido compleja. En la América Latina colonial, las mujeres indígenas (con vestimenta tradicional) que practicaban sanación eran frecuentemente acusadas de brujería, por sus costumbres extrañas a las europeas.

Ropas como el huipil en México o las mantas andinas se convirtieron en emblemas de resistencia cultural, tal como ocurría en Europa, donde las mujeres con vestimenta “no convencional” eran vistas con sospecha. Esta memoria cultural ahora renace, fusionando la estética folclórica con la moda moderna.

La moda contemporánea incluye paletas oscuras, joyería simbólica y textiles hechos a mano que capturan esta conexión con la naturaleza, canalizando la misma energía de las brujas que eran vistas como guardianas de conocimientos naturales.

En México, por ejemplo, el rebozo (relacionado con refugio, protección y sanación) evocan este poder espiritual, y hoy, para muchas, una reivindicación de la identidad espiritual, demonizada en el pasado.

El simbolismo de la bruja también cuestiona las expectativas de género. Las prendas oscuras, las siluetas fluidas y la joyería son ahora un medio para desafiar la conformidad y, al igual que las brujas históricas, expresan autonomía. En estilos modernos como el punk, el gótico y el bohemio, estas prendas transmiten misterio y rebeldía, y reafirman cómo las brujas vivían fuera de las normas patriarcales.

Además, enriquece la idea del folclore donde el estilo se convierte en un “hechizo” para proyectar poder y resistencia. En América Latina, la brujería es a la vez temida y respetada; el estilo tradicional o “místico” simboliza el orgullo cultural, mientras que, desde Europa y Estados Unidos, el gótico y el “cottagecore” recapturan la estética de la bruja y su conexión con el misticismo.

Así, el uso de estas prendas rinde homenaje a quienes alguna vez enfrentaron persecución por su independencia y fortaleza, lanzando su propio hechizo para un futuro más inclusivo y autodeterminado.

En la alta moda, la brujería ha aparecido en colecciones de alta costura como la de Dior para la primavera-verano de 2021. Ahí, Maria Grazia Chiuri se inspiró en el tarot, creando prendas que evocan los arcanos mayores y menores, como La Emperatriz, La Luna y El Sol.

Cada prenda, adornada con símbolos astrológicos y patrones de inspiración renacentista, refleja el interés de Dior en la superstición y el ocultismo. La colección explora cómo estos símbolos evocan poder interior y autoconocimiento, representando una especie de viaje místico que conecta la moda con el alma humana.

En América Latina, diseñadoras como Carla Fernández y Maureen Dinar también exploran la brujería y el misticismo a través de textiles y técnicas ancestrales, reinterpretando la moda desde una perspectiva cultural que honra a las figuras de poder femenino. Sus colecciones incorporan bordados tradicionales y materiales sostenibles, que no sólo celebran la herencia indígena, sino que también representan resistencia frente a la opresión histórica.

La fusión de estilos autóctonos con temáticas contemporáneas convierte la moda en una herramienta de reivindicación cultural y de empoderamiento, siguiendo una línea de identidad y magia personal.

IG @Guapologa y @Guapologiacom

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