Los jeans, esa prenda básica que empezó como ropa de trabajo, hoy tienen precios que hacen tambalear carteras. ¿Cómo llegamos aquí?
Por Paty Soto
El año es 1980 y un anuncio de tv muestra a una modelo jovencísima en jeans. El lema de la campaña es “¿Sabes qué se interpone entre mi y mis Calvin? Nada.” La marca de ropa es Calvin Klein, la modelo es Brooke Shields (entonces de solo 15 años) y es dirigida y fotografiada por Richard Avedon. El escándalo no se hace esperar. Sin embargo, la campaña es un éxito, y el diseñador comenta: “los jeans son [equivalentes al] sexo, mientras más apretados, mejor se venden”. El boom comercial y trendy de los pantalones de mezclilla había comenzado.
Los jeans -como muchas otras prendas- han subido de precio por razones que parecen simples: mucha demanda por modelos de marcas de lujo y de lujo accesible. Pero esa es solo la punta del iceberg. Los consumidores enfrentan el desafío de equilibrar la demanda por productos de calidad, éticos y sostenibles con la accesibilidad. Este dilema plantea preguntas sobre cómo garantizar prácticas justas y sostenibles sin excluir a quienes no pueden pagar precios premium.
La globalización ha transformado la producción textil, llevando la manufactura a países con mano de obra más barata, mientras que los precios al consumidor han subido. La vida diaria nos lleva a considerar los jeans no solo como una prenda básica sino como un objeto de deseo, particularmente cuando hablamos de tendencias, y eso crea una burbuja de demanda que ayuda a justificar los precios altos. Sin embargo, interrupciones por fenómenos naturales o pandemias pueden disparar los costos, como demostró el COVID-19, revelando la fragilidad de la interdependencia de manufactura.
También el marketing y la publicidad influyen significativamente en el precio. Las marcas invierten en campañas que venden un estilo de vida y una identidad, justificando precios más altos por algo que trasciende la funcionalidad básica, como sucedió con la memorable campaña de CK.
¿Hay opciones amigables con el bolsillo? Sí: busca jeans en cortes y colores clásicos (oscuros, de pierna recta), de segunda mano o hechos de mezclilla reciclada. ¡Y úsalos tantos años como duren!
El alto precio de los jeans refleja factores que invitan a reflexionar sobre el valor que asignamos a la moda y cómo podemos avanzar hacia una industria que sea ética y accesible para todos -y no fast fashion-, garantizando que los jeans puedan ser una prenda universal y no un lujo para algunos. Este equilibrio es crucial para el futuro de la moda, desafiando a la industria a ser innovadora en sus prácticas sin comprometer la accesibilidad y la ética.