“Acaba de abordar un taxi, no un avión”, con esa advertencia se encontró la niña Ximena en su #taxi uno de estos días. Ya imagino al taxista, todo indignado, furibundo o precavido, advirtiendo al pasajero histérico que NO piensa ir volando. Xime, que ni prisa trae por la vida, pasó de largo con tamaña advertencia, aunque de plano, no la podía creer.
Pero todos esos amenites pueden o no estar, lo que nunca falta en el típico #taxi chilango son las medidas amedrantadoras, ¿será que tenemos cultura de la opresión? ¿Por qué siempre queremos garantizar o procurar nuestra seguridad con medidas represoras? ¿Por qué la “mejor solución posible” suele ser un castigo?
Porque la neta, jamás me he encontrado un #taxi donde pueda leer “bienvenido, disfrute su viaje”; a veces hay mensajes celestiales (Cristo siempre tiene algo que decirme), y con menos frecuencia, mensajes optimistas (por si amo algo y no me decido a dejarlo libre). Pero esas son excepciones que fortalecen la norma: lo que no falta es el mensaje prohibitivo: no coma, no beba, no suba los pies, no azote la puerta…
Antes les tomaba fotito a esos mensajes alentadores (incluso me encontré uno que los tenía bordados en el respaldo del copiloto), pero con tanta pérdida de celular, y tanta nube y renube cuya clave de acceso pierdo, ya perdí la esperanza de armar una bonita colección de fotomensajes.
El de Xime al menos tiene gracia, pero ahí les va el más memorable entre los memorables que he encontrado: una cuartilla enmicada que a la letra (como decían los clásicos), señalaba:
Señor pasajero (a):
Evítese contratiempos indicándole al operador la ruta que usted desea seguir (o sea, no moleste con “mejor váyase por aquí o por allá”).
Al descender no azote la puerta (subrayado, no podía faltar).
Prepare su pago algunas calles antes de descender (consejo muy útil; la verdad es mega fastidioso que encima de que le pedimos hacer parada en un lugar inadecuado, nos tardemos años en “tendrá cambio de uno de 500?”).
La siguiente recomendación, simplemente, la amé: El operador está certificado por la Setravi, por lo tanto está obligado a respetar el reglamento de tránsito, permítale que lo cumpla. No le solicite que “corra” o se “pase los altos” o venga rebasando de manera peligrosa. Su seguridad es primero (subrayado) (En serio conciudadanos: ¿hacen ese tipo de peticiones a #taxista? ¡No sean insensatos! Los taxistas no hacen el milagro de la teletransportación).
(Otro que es reflejo de la ciudad que vivimos, padecemos y…tememos) Por su seguridad y la del operador no se ingresa a unidades habitacionales, colonias, fraccionamientos, condominios, etc., donde se solicite al operador identificación personal (aquí no supe de quién era el miedo, de taxista o del pasajero cuya taxista no se quiere identificar). Así como también no se ingresa a calles, callejones o avenidas que se encuentren cerradas (ups).
Por su seguridad y la del operador este vehículo es monitoreado vía satélite (¿ajá?) a través de un GPS – Sistema de posicionamiento global (¡uooorales! Pues yo no noté eso, pero igual y traía activado el GPS de su celular – lo que no entendí es si esto era amenaza o advertencia)
(Y remataba) Por atender estas observaciones y demostrar su buena educación ¡ Mil gracias! (subrayado)
Así que ya sabe: a diferencia de los aviones, las normas de conducta varían de #taxi en #taxi, pero en general: no coma, no fume, no azote la puerta y no les pida correr o pasarse los altos, porque “si lleva prisa, levántese más temprano” (#taxista dixit).