Necios que ven su ombligo. Necios que también ven su ombligo y critican a quienes ven su ombligo
Me parecen mediocres y anodinas las discusiones que se reducen a dos palabras: chairos y fifís. Pero todo el tiempo aparecen en redes sociales y ahora en marchas a favor y en contra del cancelado aeropuerto en Texcoco. Esos adjetivos no demuestran más que lo limitado del vocabulario de los que se pelean, su escasez de ideas y adjetivos, su mermada inteligencia y estrecha capacidad para discutir los asuntos públicos. El solo usar esas palabras debería avergonzarlos, pero no, las usan y rebelan una realidad chilanga: somos discriminadores, seguimos diferenciando entre clases sociales y billeteras, y se nota cuando los acomodados salen a la calle cuando unos se burlan de “sus bloqueadores para el sol, sus cafés helados, sus ropas de marca, su nariz levantada y su creencia de ir a hacer patria” o cuando los vulnerables “salen a ensuciar las banquetas, a enseñar sus cuerpos desnudos, morenos y feos, y a estorbarme a mí, a mis escoltas y a mis vecinos”.
Eso sucedió en la Ciudad de México entre los poco más de 5,000 que marcharon este fin de semana y sus críticos. Las etiquetas y los estigmas vociferados por ambos polos, rebajaron el nivel de discusión de los asuntos públicos. El deporte de ahora es ofender a los “chairos manipuladores y muertos de hambre” y a los “fifís pedorros a los que les quitaron su aeropuerto”.
Las frases recorrieron Paseo de la Reforma y las redes sociales. Me da gusto que no se limitaran las marchas en la CDMX, como querían algunos políticos, empresarios y miembros de la sociedad civil organizada (y no organizada, pero de clase social acomodada), bajo el argumento de que provocaban tapones en el tráfico y molestias a los vecinos de zonas exclusivas cerca de Reforma. Hubo quienes nos opusimos a esa visión elitista y obcecada de la protesta social. Muchos de los que entonces pedían prohibir las marchas y crear un marchódromo cercado, desfilaron por Reforma sin represión. Escuchamos una manera distinta de ver la vida pública, respetable… hasta que leí mantas en las que llamaban “muertos de hambre” a los “chairos” que apoyan la cancelación de la obra en Texcoco o aquella que llamaba “indeseables” a los migrantes que nos visitaron hace unos días.
Si bien no todos piensan así, la mayoría de las mantas y cartulinas (mal redactadas, inexactas y manipuladas, como suelen leerse en todas las marchas) demostraron que el tener más dinero no siempre significa tener sensibilidad, mejor educación o empatía con que a todos nos vaya bien. Ni modo.
“El tener más dinero no siempre significa tener sensibilidad, mejor educación o empatía”
Está bien que los que marcharon no lo hayan hecho cuando supieron de una mujer asesinada, de un niño enterrado vivo o de un indígena desaparecido, pero ¿llamarlos indeseables? Un dato: “65 niños y siete mujeres fueron vendidos” a criminales organizados en los límites de Puebla y Veracruz, según dice un expediente entregado a la PGR de la Defensoría de los Derechos Humanos de Oaxaca. ¿Qué esperamos para indignarnos todos (sin distinción de ningún tipo) y actuar contra quienes desde los gobiernos no están haciendo su chamba? ¿A poco no sabemos que esta violencia roba, secuestra, asesina y desaparece a migrantes y mexicanos? ¿En serio no se vale criticar las prioridades de agenda pública del de junto? ¡El aeropuerto qué!