Es un arte, sin duda. Un arte sofisticado y costoso, pero que ha hecho escuela. De hecho, podríamos decir que todo México se ha convertido en una gran galería de este arte, en un museo especializado en esta corriente artística de vanguardia.
Si a finales de los años 50 Erich Fromm revolucionó al mundo de las ideas planteando que el amor puede ser considerado un arte y la respuesta al problema de la existencia, hoy en México hemos rebasado esa teoría y mostramos al mundo un nuevo tipo de arte: el arte de hacernos pendejos.
El arte de hacernos pendejos no sólo resuelve el “problema de la existencia” de los mexicanos, sino que además permite que disfrutemos de una cantidad de obras e instalaciones prodigiosas como el programa Hoy No Circula, y su hijo insoportable, el Doble No Circula, que aunque científicos de la UNAM han dicho que no ha funcionado y las mismas autoridades reconocen que no sirve para bajar los niveles de contaminación se sigue aplicando con singular alegría. ¿Por qué? Porque es arte.
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Hay que reconocer que esta obra-instalación-performance colectivo ya existía, pero ha sido “intervenida” por uno de los “hartistas” más grandes de nuestro tiempo. Así como en el Renacimiento tenían a su Miguel Ángel Buonarroti, hoy en México tenemos a nuestro Miguel Ángel… Mancera, el “Gabriel Orozco” del arte urbano.
Si Gabriel Orozco ha sorprendido al mundo del arte con una caja de zapatos, el “hartista” Mancera nos ha dejado boquiabiertos con su “silbato antiacoso”. Esta obra, que bien podría estar a la altura del mingitorio de Duchamp (La Fuente), nos muestra con ironía la paradoja del ser, la inutilidad del poder y como toda buena obra de arte conceptual requiere no sólo de nuestra apreciación, sino que también requiere que nos la expliquen.
Para algunos críticos de arte, el “silbato antiacoso” es una metáfora en la que el “hartista” quiso mostrarse sin tapujos con un objeto que reflejara su gran vacío interior, por donde literalmente sopla el viento. No va a evitar el acoso, tampoco lo va a prevenir, pero se va a repartir –faltaba más–, porque es arte, señoras y señores. Una obra de nuestro Miguel Ángel solo superada por su magnífica y grandiosa obra “Naturaleza Muerta con Cielo Gris”, obra colectiva en la que el artista y millones de asistentes han tomado el cielo chilango como lienzo.
Imposibilitados para bajar realmente la contaminación, la discriminación, la violencia y el acoso, entre otros problemas de la existencia en esta ciudad; atrapados todos en nuestra propia ratonera, los “hartistas” del poder practican como nadie el arte de hacerse pendejos. Hacen como que hacen para que no parezca que no hacen nada. Y están logrando su cometido: nos están hartando.