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11/04/2021
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Lo que natura no da, presidencia no presta

Enrique Peña Nieto no sólo ha sido uno de los peores presidentes de nuestra historia: un tipo sin personalidad, ni visión, ni estrategia, que a los ojos de muchos mexicanos no ha hecho nada bien durante su (indi)gestión. Peña Nieto es –por sobre todas las cosas– el fracaso de un modelo, el modelo del superhombre mexicano.

Durante décadas, en México el modelo Peña Nieto pareció funcionar muy bien. De hecho, gracias a éste, Peña Nieto llegó a la presidencia. Se trata de un modelo basado en el ascenso político, económico y social a través de la corrupción. No de estudiar y prepararse, por supuesto, se trata de todo lo contrario. Puedes comprar o engañar a tus maestros y hasta a tus padres para hacer como que fuiste a la escuela y estudiaste una carrera universitaria, puedes ser obediente y mediocre, servil y pusilánime en tu vida profesional, pero puedes tener un padrino político, hacer lo que sea y pasar encima de quien sea con tal de seguir ahí hasta el momento en que el sistema se ponga de tu lado y sea capaz de sumarse a tu mentira, e incluso de sobornar al país entero para que vote por ti, te elija como su líder y el modelo llegue a su pináculo nuevamente.

El modelo ha llenado todas las curules y despachos importantes del poder durante mucho tiempo, pero con Peña Nieto ha mostrado algo que antes no era tan evidente. La corrupción te permite comprar un título universitario, te permite llegar a la política, te permite hacerte de dinero y propiedades, te permite comprar la voluntad de ciertas personas que a veces encabezan instituciones incorruptibles. La corrupción, incluso, te puede comprar la presidencia de un país. Pero estando en la cúspide del poder al que has llegado haciendo trampa, simulando, engañando todo el tiempo, puedes percibir con una nitidez asombrosa que no eres nada, que estás hueco, que todo te ha salido gratis en la vida y que ese lugar que ocupas no es el tuyo, aunque lo tengas. Y que ese poder del que ahora dispones no te sirve de nada, porque no sabes qué hacer con él.

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El modelo Peña Nieto fracasó. Del presidente de México se ríen en el extranjero, pero también los niños y las redes sociales. Y no le alcanzan las tarjetitas monex ni el dinero del erario para sobornar a todo un país. No importa que sea el gobernante, no importa que tenga dinero ni muchas propiedades. Quien quiera llegar vía la corrupción a dónde sea debe saber que está haciendo un pacto con el diablo y el diablo siempre juega chueco. Si le pides que te haga presidente, te puede convertir en Peña Nieto. Si le pides que te haga millonario, te puede transformar en Donald Trump. Si le pides que te haga estrella del futbol, te vuelve Cuauhtémoc Blanco. El Diablo es malo.

Quienes pensaron que Peña Nieto era culto se desengañaron cuando no pudo mencionar tres libros. Quienes intuyeron que era inteligente se desengañaron cuando lo escucharon hablar en inglés, o confundir hechos históricos y lugares del país que gobierna. Quienes se conformaban con que fuera honesto, se desengañaron cuando supieron de su casa blanca y de su lánguida indiferencia ante la corrupción que se reproduce a todos los niveles con absoluta impunidad. Y, para acabarla de chingar, quienes en algún momento pensaron que estaba guapo, se desengañaron ahora que lo vieron al lado del ministro canadiense Pierre Trudeau.

El modelo fracasó, pero no caigamos en la depresión. Enrique Peña Nieto puede terminar haciendo algo bueno. Tiene una oportunidad de redención. Puede convertirse en un ejemplo viviente de que en México puedes hacer trampa para todo, puedes valerte de la corrupción para llegar a donde quieras, pero al final no podrás engañar a nadie. Seguirás siendo ese Rey desnudo que se pasea por las calles mientras los niños se burlan de él.

Lo que natura no da, presidencia no presta.

Written by

Músico, poeta y loco, alter ego de Monocordio, conductor del programa "El Weso" y autor de "El Diccionario del Caos".