Desde el Reino Hachemita de Jordania, México parece lejos pero no lo está tanto. Ayer en la madrugada, por ejemplo, mientras peleaba encarnizadamente contra el insomnio provocado por tomar todo el día café jordano con cardamomo y fumar arguille, cachimba, hookah o shisha, me enteré a través de Eurovisión que México ya tiene su primer teleférico.
En realidad la nota hablaba del Estado de México y del teleférico que el gobernador Eruviel Ávila ha inaugurado con bombo y platillo en Ecatepec. Antes ya estaba el de Zacatecas, que opera desde 1979, y el de Oaxtepec, Morelos, y varios más, pero el de Eruviel nos lo han vendido como si fuera una de las siete maravillas del mundo, de la magnitud de la ciudad de Petra, construida sobre las piedras en el siglo VI antes de Cristo por los nabateos.
Es mi tercera vez en este país y nunca había escuchado acá una noticia sobre México. Supongo que lo del teleférico tiene trascendencia porque, como dice mi querido Jairo Calixto Albarrán, permite que desde arriba se puedan ver las violaciones y atracos que hacen de Ecatepec la peor ciudad del país.
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Acá, mientras tanto, México es noticia porque la selección femenil de futbol ha derrotado a Nueva Zelanda y al equipo anfitrión de Jordania, y se prepara para enfrentar a la selección de España. Las mexicanas han hecho un gran papel hasta ahora —particularmente me he enamorado del talento de Jacqueline Ovalle—, pese al poco interés que parece haber por parte del mundo árabe ante esta Copa Mundial Sub 17, en un deporte de hombres, en un país de hombres donde ser mujer es una batalla que se libra día a día, más allá de las burkas y burkinis que tanto conflictúan al mundo accidentalmente occidental.
Es una cultura que parece lejana pero no lo es tanto. Acá también hay corrupción, acá también hay conflictos y desencanto. Solo que esta sí es una dictadura perfecta y la nuestra dejo de serlo hace algunos sexenios. Y cuando uno viene hasta acá queriendo escapar de su amarga realidad se da cuenta —como se dio cuenta Sor Juana— que a donde uno vaya, se trae uno consigo mismo.