Dicen que con la muerte de Fidel Castro terminó el siglo XX. Si así fuera, una pregunta sale al paso de forma ineludible: ¿Qué siglo empieza ahora?
La lógica más ortodoxa nos haría suponer que habiendo terminado el siglo XX pasaríamos a ser unos flamantes habitantes del siglo XXI, pero si nos fuéramos a Sinaloa, a Tamaulipas o a Oaxaca, por ejemplo, sabríamos de inmediato que ahí el siglo XX no termina, sino que está apenas comenzando, aunque hay que aclarar que en Chiapas está terminando el siglo XVI y en ciertas zonas de Guerrero es —ahora mismo— el año XLIII antes de Cristo.
En Veracruz, debido a una falla en la poca Matrix de quienes los gobiernan, los jarochos viven atrapados en un eterno déjà vu sin poder salir del Paleoceno; mientras que en el Estado de México, de un modo inexplicable, todos viven en el futuro en una época post apocalíptica donde el tiempo ha dejado de registrarse.
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En Estados Unidos volvieron al western y en Medio Oriente siguen en los tiempos de Moisés. Los chinos han preferido instalarse en la Dinastía Ming y, en general, este loco planeta está lleno de países que son como universos paralelos, donde el tiempo avanza a velocidades distintas y no parece llevarnos a ninguna parte.
Pero esa incertidumbre temporal no es constante. Se rompe a cada rato, vivamos en el siglo que vivamos. Cada que un ser humano violenta a otro, cada que se asesina, se tortura, se viola y se despoja en este mundo aterrado, volvemos de golpe a la edad de las cavernas.