Porque crecí entre mujeres, entre el amor y la sabiduría de mis abuelas y el de mi madre, mis hermanas, mis tías y primas, y porque he compartido mi vida con mujeres inteligentes y comprometidas, no puedo no sentirme indignado por la situación que atraviesan las mujeres en este país. La violencia cotidiana de un machismo que impera desde las altas esferas del poder político y económico hasta los estratos sociales más bajos ha llegado a un punto crítico que no podemos ignorar.
Las cotidianas desapariciones de niñas y jóvenes en el Estado de México y Tlaxcala, entre otros estados; la violencia doméstica normalizada en Jalisco, en Michoacán y en Guanajuato, por citar algunos casos; los recurrentes asesinatos de jovencitas por el hecho de haber quedado embarazadas; el caso de la periodista Andrea Noel, quien tras denunciar el acoso sexual que vivió recibió aún más agresiones, amenazas, hostigamiento y tuvo que dejar el país, y el caso de Dafne, la joven violada en Veracruz por los ahora famosos ‘Porkys’, quien ha denunciado no sólo la apatía de las autoridades sino la falta de solidaridad incluso de personas cercanas a ella, quienes dudan de su condición de víctima, son sólo algunos ejemplos que han ocupado espacios en los medios los últimos días y que reflejan una situación de emergencia.
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Ayer escribía Katia D´Artigues en su columna: “En serio alguien cree que una mujer se sienta un día y dice aburrida: ¿Y ahora qué me inventaré? Ay, ya sé, ¡qué gran idea! Voy a decir que me violaron”. Dudar de las víctimas, atacarlas e intentar voltearles el caso y convertirlas en culpables es ser cómplices de ese machismo asesino que ha hecho de este un país feminicida.
Si a esto le agregamos que el discurso que normaliza esta violencia está en todas partes y es difundido por las grandes empresas mediáticas de este país, y se consume incluso como entretenimiento, podremos aquilatar el nivel al que han llegado las cosas. Baste como ejemplo el video de la canción Fuiste mía del grupero Gerardo Ortiz, donde el pedestre machín mata al amante de su novia y a ella, en castigo por su infidelidad, la tortura, la mete a la cajuela de su coche y le prende fuego. Así, casual.
Si no lo vemos es porque no lo queremos ver. La violencia de género en este país debe ser una alerta nacional. El gobierno machista y misógino que tenemos no lo considera un problema grave. Si tú, querido lector, que tienes madre, abuelas, hijas, hermanas, no haces algo, realmente estamos jodidos. Un país que viola y mata a sus mujeres no merece existir.