La madrugada del domingo, en el más allá, Víctor Cervera, el gobernador de Yucatán que en los años 90 enseñó a los priistas que no debían robar urnas sino regalar lavadoras –el PRI de Peña revolucionó la técnica a televisores de plasma– debe haberse carcajeado de Denise Dresser y la academia que embarcó al país en la nave sin remos del voto nulo. Al otro lado de la orilla, los tiburones esperaron a los electores náufragos con los dientes afilados.
Si esto fuese una carrera Fórmula Uno, el bólido del PRI cruzaría la meta iluminado por un letrero que diría: “Los gobernadores sí le cumplen a Peña”.
–¿Cumplió su cometido el voto nulo?
No. Dresser y un montón de académicos se equivocaron. La política se hace y se entiende en la realidad de la calle, donde operan los partidos, los gobernadores, los alcaldes, y no en la lejanía de un escritorio donde se echan a volar teorías.
¿Dónde barrió el PRI?
En Chiapas, donde ganó los 12 distritos en juego. Un pésimo gobernador demostró que puede ser un gran operador: la pobreza, esa mina que Salinas supo explotar como ninguno con el programa Solidaridad, sigue aportando réditos incomparables al PRI. El partido fundado por Calles también arrasó en ¡Veracruz!, donde un gobernador troglodita entregó 18 de 21 distritos federales; en Hidalgo, 7 de 7; en Zacatecas y Durango, 4 de 4; en Sinaloa, 6 de 8; en Yucatán, 4 de 5; en Chihuahua, Tamaulipas y Coahuila, 7 de 8. Para el PRI es casi todo el norte, pese a la violencia y la indignación por el aumento del IVA.
Si con Salinas al país le iba tan bien cuando estaba tan mal, la pregunta necesaria es ¿cómo hicieron Peña y el PRI para aplastar en la elección cuando una cadena de escándalos los tenían en el piso? ¿Cómo lo lograron? ¿Poniendo en juego millones y millones de pesos a la conquista del voto?
–¿Ganaron el PRI y Peña?
Sin duda.
¿Por qué?
Es la pregunta del millón. Unas horas antes de la elección, el dólar llegó a las nubes y rebasó los 16 pesos, por citar sólo un ejemplo de que hasta ahora el presidente Peña tiene una deuda descomunal en el ejercicio de gobernar.
¿En qué posición queda el presidente Peña tras la elección?
Rarísima. El presidente reprobado por 6 de cada 10 mexicanos –la más baja calificación de los presidentes priistas– salió del pantano de la casa blanca, una economía en muletas, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y las ejecuciones reconocidas por fuerzas federales en Tlatlaya y Apatzingán para obtener un apabullante referéndum aprobatorio. Con Nueva Alianza y su marioneta el PVEM, el PRI será mayoría en la Cámara de Diputados.
Dos pregunta finales:
¿El resultado de la elección es un reflejo real de lo que valoran los electores?
¿O en buena medida las elecciones se deciden aún más allá de las urnas?
(WILBERT TORRE)