A veces, lo único que necesitamos para actuar es un obstáculo. Cuando las cosas se presentan demasiado fáciles, uno tiende a dejarlas para después. Es más difícil comenzar el día para quienes no tienen horarios u obligaciones que para los que llevan niños a la escuela o comienzan a trabajar antes de las ocho de la mañana. Lo sé por experiencia. En la época en que estudiaba el doctorado y no tenía ninguna obligación mas que redactar mi tesis —ni siquiera impartir clases o asistir a ellas—, salir de la cama me parecía una absoluta proeza. Escribía, sí, pero solamente cuando me llegaba la inspiración, cosa que ocurría con muy poca frecuencia. Quizás por eso comencé a interesarme en el OuLiPo, una corriente literaria que incitaba a actuar de manera opuesta a mi naturaleza. Según los escritores de ese grupo, resulta mucho más fácil crear a partir de un obstáculo. La “traba”, como la llaman ellos, está en el centro de cada texto oulipiano, y a veces constituye directamente el tema principal. Algunos se proponen escribir palíndromos (frases que corren de izquierda a derecha y viceversa), otros un texto donde no haya más que una sola vocal, otros un párrafo que utilice todas las letras del alfabeto en un número lo más reducido de palabras. Georges Perec, uno de los autores más prolíficos de ese grupo, aseguraba que sin una traba habría carecido de toda creatividad. No es por nada que los oulipianos se definen a sí mismos como “ratas que construyen el laberinto del que después tratarán desesperadamente de escapar”.
Con la comida ocurre algo semejante. Apreciamos las frutas que no crecen cerca de nosotros o no todo el año, y estamos dispuestos a pagar por trufas italianas o por mariscos chilenos lo que nunca pagaríamos por unos escamoles.
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En el amor la cosa no mejora. La distancia, unos padres que se oponen al noviazgo, una imposibilidad moral, son el combustible para los sentimientos más intensos. Luego, cuando el camino se libera y podemos gozar hasta el hartazgo de la presencia del ser amado, nos desencantamos como por arte de magia. Muchas veces, una enfermedad o una tragedia logra soldar familias a punto del colapso. Es lamentable pero es así. El ser humano es hijo de la mala vida. Si lo sabemos ¿por qué no nos organizamos la existencia de una forma más apasionante? La mayoría de la gente ama la dificultad, pero no sabe cómo procurársela a sí misma como hacen los oulipianos. Si eres depresivo, no gastes en pastillas. Ahora ya sabes qué hacer: consíguete un amor a distancia que sea de tu mismo sexo pero heterosexual, y de preferencia casado. Acepta un trabajo que te impida hacer lo que te gusta, fractúrate una pierna justo antes de salir de vacaciones, y verás cómo tu actitud ante la vida mejora milagrosamente.