27 de enero 2017
Por: Guadalupe Nettel

Lo bueno de Trump

Todo ha sido vergonzoso desde el principio: la invitación intempestiva a Trump —antes siquiera de que fuera electo—, no consultada ni con la cancillería ni con los diplomáticos, pero sobre todo, la falta de un discurso articulado del Presidente de México, un discurso de dignidad con el cual los mexicanos pudiéramos sentirnos reivindicados frente a los insultos constantes de ese individuo.

Desde entonces, lo único que ha logrado la actitud de EPN y de su gabinete es que todos los mexicanos, sin importar las creencias, las clases o las ideologías, nos sintamos humillados con su falta de dignidad. Decir que México no va a pagar el muro no basta. Tenemos muchos elementos para negociar, sin ir más lejos, el hecho de que constituimos el principal proveedor de mano de obra para sus industrias, así como el segundo consumidor en el mundo de sus exportaciones. Sin embargo, lo único que hemos demostrado hasta el momento es servilismo y falta de autoestima, como si el objetivo de EPN fuera encarnar exactamente el estereotipo negativo que tienen los gringos sobre nosotros: el ratero taimado y lamebotas. Cuando observo, abochornada, la actitud de nuestro actual Presidente, no puedo evitar acordarme de Fidel Castro y de la manera tan sencilla y elegante en que les plantó cara durante décadas y décadas de bloqueo y amenazas. Sin aprobar las injusticias cometidas por el gobierno cubano, creo que si hay algo que admirarles es la integridad que mostraron siempre ante el bloqueo. México tiene 20 veces el tamaño de Cuba, muchos más recursos naturales y 10 veces su población. ¿Dónde está nuestra columna vertebral? ¿Por qué le resulta tan difícil a nuestro gobierno levantar la cabeza ante los gringos? Sin perderme en razones históricas, creo que en buena parte se debe a que, a partir de la firma del TLC, nuestros políticos han puesto a México en una situación de absoluta dependencia económica respecto de Estados Unidos.

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Si creemos en las declaraciones de Trump sobre sus futuras relaciones comerciales con México, es muy probable que el futuro inmediato sea duro, y que nuestro poder adquisitivo disminuya drásticamente, pero también creo que estamos ante una gran oportunidad: es el momento de romper la dependencia respecto de los gringos, de buscarnos otros socios comerciales, de volver a tomar el control sobre el campo, de poner nuestras propias condiciones para relacionarnos con ellos: si se imponen nuevos impuestos, que sean recíprocos, y que las políticas migratorias también sean equivalentes. En pocas palabras, si algo bueno podemos sacar de la experiencia Trump, es recuperar la autonomía y con ella la dignidad perdida hace tanto tiempo.

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