El coach de los Steelers, Mike Tomlin, observó en la pantalla gigante que el regresador de patada del equipo contrario, Jacoby Jones, era un misil con un destino sin remedio: el touchdown. Y no cualquier touchdown. De anotar, Pittsburgh estaba casi condenado a la derrota, sería infinitesimal la opción de acceder al Playoff y se perderían cargamentos industriales de dólares.
Entonces decidió jugar sucio: cuando el adversario de los Ravens estaba a 23 yardas de él, Tomlin metió su pie derecho al campo, justo en el sendero victorioso por donde el corredor avanzaba. Como una barrera de cemento, se mantuvo inmóvil tres segundos. Enseguida, con el jugador centímetros atrás suyo, extendió discreto el codo para obstruir aún más la carrera. Y en el instante en que a través de la pantalla confirmó que el rival ya se encontraba a su lado, abrió grandes los ojos, en un falso gesto de sorpresa, y con un saltito abandonó el terreno de juego.
Misión cumplida: para no golpear al coach el corredor tuvo que desviarse, y ese leve movimiento lo dejó a merced del defensivo Cortez Allen, quien lo derribó. Evitado el touchdown, la cámara de ESPN captó a Tomlin con una sonrisa socarrona que expresaba algo así como “soy tramposo pero pícaro”.
En la mañana del viernes 29 de noviembre, cuando empiezo a escribir esto, Tomlin cumple 10 horas como Trending Topic en un Twitter que lo aniquila e, incluso, demuestra con más de un tweet que Luther King no extirpó el odio racial (el entrenador es afroamericano). Y Tomlin, por supuesto, es protagonista de los medios de comunicación de su país, desde portentosos como The Washington Post, hasta pequeñitos como el Reno Gazette-Journal. Lo despedazan: justo en el Día de Acción de Gracias, fiesta de unión y solidaridad, Tomlin fue “deshonesto, sinvergüenza, sucio, cínico”. Vapuleado por la Santa Inquisición mediática, Tomlin puede agradecer que Maryland, donde se disputó el partido, abolió en marzo la pena de muerte.
Hoy que repasaba algunas de esas notas inmisericordes, pensaba cómo la moral es también tramposa y socarrona. El poder político de Estados Unidos ha torturado con los métodos más degradantes a los reos de Guantánamo; invadió con su fuego a Irak bajo el embustero argumento de que ahí había armas de destrucción masiva; Obama ha deportado como seres infectos a casi dos millones de indocumentados que sirven a su economía; su Ejército se habituó a asesinar niños afganos; el 90 % de su población carcelaria son negros y latinos, y las armas Made in USA han acribillado a unos 130 mil mexicanos desde 2006. Sin embargo, tanta crueldad junta la condenan poco o nada los medios de Estados Unidos pues, finalmente, todo eso es obra de su propio gobierno, elegido democráticamente, y porque God Bless America, mas no a los iraquíes, afganos o mexicanos de pieles, olores y culturas que no acaban de convencerlos y a los que más vale ir esfumando.
Lo que sí es bestial es lo del coach de los Steelers. Tomlin sí que es un inmoral.
(ANÍBAL SANTIAGO / @apsantiago)