El día de ayer el Grupo Internacional de Expertos Independientes dio su informe final sobre la investigación de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa. Al terminar, tuvieron una reunión privada en el Museo de Memoria y Tolerancia con un grupo de abogados, activistas en materia de derechos humanos y periodistas.
Se respiraba un aire raro, entre cansancio y decepción. ¿Cómo es posible que sigamos tan confundidos sobre este asunto?, se preguntaban los participantes. ¿Cómo es posible que no sabremos exactamente qué pasó esa noche del 26 de septiembre? El GIEI había concluido que la investigación no sólo estaba sostenida en declaraciones sino que algunas de éstas se habían basado en torturas, que los peritajes no tenían rigor y, en general, que la Procuraduría General de la República estaba más empeñada en esconder que en esclarecer.
Los participantes de esta reunión se propusieron revisar varios temas: ¿qué debemos revisar de nuestro sistema de procuración de justicia? ¿Cómo fortalecer su independencia y capacidad de investigación? ¿qué clase de pacto político se necesita para dejar de usar la justicia como un arma del poder en turno?
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Y luego: ¿qué rol debemos darle a iniciativas internacionales como la del GIEI? Es decir ¿qué pasará ahora que este grupo se va? ¿Se debería seguir buscando un mecanismo similar, una especie de Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, que esclarezca este y otros casos, habida cuenta de las confusiones? ¿Confiamos en nuestra procuraduría?
Y finalmente, ¿qué papel desempeñó la prensa en todo este asunto?, ¿qué pasó con los medios que sólo se convirtieron en el vehículo para desprestigiar a los miembros del GIEI? ¿Qué pasa con la independencia del gremio? ¿Y luego, qué postura tomar frente a las filtraciones del expediente a ciertos periodistas que tienen una interlocución privilegiada? ¿Se publican así? ¿Se corroboran? Y finalmente, ¿qué hacer con la otra mitad del coro mediático? Y más aún: ¿qué pasa con nuestra prensa que no hace investigación independiente y no destina recursos para eso? Y ¿qué onda con nuestros columnistas que no corroboran informaciones?
¿Así termina la investigación de Ayotzinapa? Así, ¿llena de dudas? La única certeza es que una vez más el régimen apostará porque la crisis se olvide, (“Ya supérenlo”, dijo el Presidente en una ocasión) y que nos quedaremos colgados de una verdad oculta, con el silencio de Los Pinos y una sociedad más dividida.