La aparición de cuatro kilómetros de tiras de led sobre la calle de Ámsterdam ha despertado la ira, el encono, la indignación absoluta de los vecinos de las colonias Condesa, Hipódromo Condesa y Roma. El proyecto está patrocinado por la marca de artículos deportivos Nike y consiste en la colocación de un camino de luces por un camellón que recorren cientos de corredores temprano en la mañana y al caer el sol.
La mayoría ha criticado el mal gusto de este proyecto. Los habitantes de la colonia se quejaron porque las luces, que son intensas, resultan molestas. Además, critican al jefe de la delegación Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, por la privatización de un espacio protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Los vecinos más involucrados señalan que este no es un caso aislado y que en otras decisiones donde intervienen empresas, como Kia y Pedigree, tampoco se les ha consultado ni se ve un beneficio claro para la zona.
Un funcionario de la delegación señaló que la empresa se había comprometido a hacer aportaciones para la mejora de la colonia. Pero el permiso fue difundido en redes sociales y en ningún lado están mencionados dichos beneficios. La autoridad tropezó: primero dijo que se iba a cancelar el proyecto, luego que no y, finalmente, este fin de semana, la delegación hizo una encuesta informal por Twitter. ¿Se deben ir o quedar las luces? Resultado: 72% dijo que se queden, 28% que se vayan.
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(No deja de ser irónico que el hashtag utilizado en la encuesta #Amsterdam, remita a una linda ciudad perfectamente iluminada y amante de las bicicletas, o a un mensaje como este, escrito en inglés y traducido por un servidor, “la vida es mejor que la utopía –Lewis Mumford– especialmente cuando le atina como #Amsterdam”).
Anoche, mientras se contabilizaban los resultados de la encuesta por Twitter –que de todos modos sonaba bastante apócrifa, como hoy, en general, todas las encuestas– me di una vuelta por la calle. No me encontré más corredores, sino gente, como yo, que paseaba a sus perros.
Es cierto que las luces son brillantes y dan un efecto futurista, y no deportivo, pero futurista de pacotilla, como la escenografía de una mala película. Es cierto, por lo demás, que las oficinas de marketing y relaciones públicas de algunas compañías sólo están buscando el siguiente golpe publicitario y que la llamada responsabilidad social a la que aluden, en este caso, fomentar el deporte, resulta tan endeble como los leds callejeros.
Pero además de la participación ciudadana en este tipo de decisiones, el centro de la cuestión está en la luz, en la iluminación pública. De regreso a mi casa, en la colonia Roma, tuve que pasar tramos completamente oscuros, como el que está en Oaxaca y Colima, o la boca de lobo que es Colima e Insurgentes. A Ámsterdam, que es una calle oscura, sólo le añadieron unas luces más o menos desafortunadas para que la gente haga lo que de todos modos hace; corre. Al resto de la ciudad, le falta un mejor alumbrado para que la gente haga lo que de todos modos hace, la recorra de noche, pero ahora sin miedo.