(8) La melancolía ya no es lo que era (8)

Opinión
Por: Gabriel Rodríguez Liceaga

¿Se acuerdan cuando te mandaban presentaciones de Powerpoint acartonadamente animadas y con mensajes positivos encima de atardeceres? ¿Se acuerdan cuando mandabas un mensaje de texto cifrado y extenso para recibir a cambio un ringtone cotorro? Una lista de las tonadas disponibles se promocionaba en letras pequeñitas al final de las revistas. Lajaula.com, ¿alguien? ¿Se acuerdan cuando en Hi5 podías ver quién había visitado tus fotos? Aún no se le llamaba stalkear. No le poníamos nariz postiza a nuestro idioma para facilitarle las cosas a un buscador de internet. ¿Recuerdan a Tom y su pizarrón dándote la bienvenida a Myspace? Los fondos de esa madre siempre estaban ocurriendo en Edomex, ¿no? ¿Alguien aún evoca con cariño al cursor que se transformaba en un reloj de arena durante el tiempo en que la página acababa de cargar? De hecho había forma de bajar paquetes de skins que transformaban al cursor y a los iconos de tu pantalla en cascos de los Power Rangers o especies de dinosaurios o cosas de Star Wars. R2D2 hacía una formidable Papelera de Reciclaje.

Conectarse implicaba soportar los molestos retortijones de conexión tipo fax. Si tu ligue de Toluca no te pelaba, le mandabas una vibración que zangoloteaba la rectangular pantalla del chat. Esto cuando las ventanas se individualizaron, porque inicialmente aquello era una charcutería de conversaciones. Los emojis se encapsulaban entre paréntesis. Le picabas al clic izquierdo para guardarlos. En el MSN, uno podía cambiar constantemente su estado en unas pocas líneas. ¿Era la prefiguración de un tuit? ¿Se acuerdan del primer retuit que dieron? ¿Se acuerdan de que antes Facebook no estaba lleno de tías y anuncios publicitarios? Hay sobre avenida Cuauhtémoc un anuncio espectacular abandonado de la obra de teatro El Fantasma de la Ópera que no tiene abajo ocesa.com ni fantasmaelmusical.com, ni mucho menos los loguitos de cuantas redes sociales existan en el momento. Aprendimos a traer internet en el bolsillo. ¿Se acuerdan cuando suplantaron los horrendos códigos de barras por espantosos códigos QR? El calvo que aparece en el logo de rojodirecta.com es el árbitro Pierluigi Collina. ¿A alguien eso le dice algo? Recuerdo perfecto una vez que en la sala de espera de un hospital en la televisión estaba Hoy o Tempranito o uno de esos shows chicharroneros y las conductoras le explicaban a las mamás lo que son los Memes. Ya llevaban más de dos años siendo populares. Youtube dejó de ser lentísimo. Edgar Se Cae fue el primer famoso de Internet mexicano. Empezamos, literal y metafóricamente, con el pie izquierdo a trompicones. A Coyoacán Joe hasta Pedrito Sola lo ninguneó en un show de talentos. ¿Se acuerdan de Delfín, de Wendy Sulka, de la Tigresa del Oriente? Y un día le pregunté a un cuate si conocía tal película y me dijo que no, pero que “había visto un gif” sobre ella. Después Hitler se encabronaba porque el portero en el Mundial era El Conejo. ¿O eso fue antes? ¿Y la Primavera Árabe? ¿Antes o después? Luego tomamos fotos de indígenas y les superpusimos expresiones netamente de internet con el sufijo “TL”. YOLOTL. BITCH PLEASETL. Era muy gracioso. ¿O no lo era? No lo era en lo más mínimo. A la supervivencia del más fuerte se le llamó bullying. Estar triste era estar Emo. Los fresas ahora son mirreyes. O eran. Los Gutierritos ahora son Godínez. Las estrellitas en Twitter se volvieron corazones. Luego vino la primera Lady “algo”, ¿cuál fue la primera Lady? ¿Se acuerdan que antes no había dos palomitas azules? No existía el concepto “dejar en visto”. El sorteo infinito de posibilidades sexuales en Tinder era ilimitado. ¡Esos eran los buenos tiempos! Las diez razones de Buzzfeed por las que Messi debería cambiarse de sexo. ¿Uh? ¿Se acuerdan del coworker que tenía dos teléfonos diferentes para jugar Candy Crush sin las interrupciones inherentes al jueguito. Creo que ahora es papá de dos chamacos feos, debe dinero al banco, no es feliz. Qué chido era cuando los juegos de Chivas no los pasaban exclusivamente por internet. Podías simplemente sentarte frente a tu tele y ver perder al Rebaño Sagrado. Suena irreal. Evoco con cariño cuando no te cobraban cada vez que salvabas un documento en Word y cuando no tenía que cubrir con cinta adhesiva la cámara en mi celular y cuando Peña fue a Canadá y quedó como un hombrecito ninguneado. La gente poniendo compa antes de su nombre. Todavía hace unos meses, el logo de Instagram era una cámara viejita. Y es que tal aplicación inicialmente existía para volver vintage las fotos actuales. Un poco como la moda de los pantalones rotos y deslavados. Que tu ropa haya vivido una historia que tú no viviste. Eso es internet. ¿Recuerdan cuando en los caldos de gallina de la esquina no había wifi? ¿De qué color era el vestido a todo esto? Fuimos amarillos como los Simpson y cabezones como Charlie Brown. Quizá estoy equivocado pero, una vez incluso escribí una columna acerca de Pokémon Go! y los límites de internet, ¿alguien se acuerda?

Supongo que el licenciado Edgar Se Cae debió haberse caído un par de veces más en su vida pero nunca enfrente de una cámara otra vez. Ahí, en el suelo seco, sintió una tristeza inexplicable. Pues sí, mano; la melancolía ya no es lo que era y en este siglo tan vertiginoso prácticamente recordamos con nostalgia cosas que pasaron ayer.