Sí, sí, sí, mucha queja de los taxistas mugrosos pero, ¿quién se queja de los malos pasajeros? Porque los hay, ¿eh? No nos hagamos pato. Ejemplo de esta semana: alguien graciosamente puso su chicle MASTICADO en el “cenicero” del pasajero, a donde mis torpes deditos fueron a parar ¡iuc!
Mi mamá siempre ha sido muy clara en materia de limpieza y me enseñó que no hay que ir por la vida ensuciando “por donde se me ocurra” (#palabrademadre). Por ejemplo, cuando me llevaba a Burger Boy (Fui niña en los 80’s, #yaque) – luego de comer feliz mi dinoburguer, tenía que llevar mi basura al respectivo depósito, onda “dejemos todo muy limpio” (¿Me están leyendo clientes de Starbucks que dejan su cochinero de sobres de azúcar, vasos y palitos mezcladores? Si no hay meseros, es porque se espera que no dejen su mugre).
En los baños de los aviones hay un aviso que pide al usuario dejarlo todo limpio, “como cortesía para el siguiente”. Me parece que esa cortesía es fundamental en cualquier lugar, pero muchos de ustedes, queridos pasajeros, no siempre piensan en “el que sigue”, o ¿acaso creen que #taxista va a estar limpiando cada vez que un pasajero se sube?
Me ha tocado meter la mano en esas cajitas/cenicero muchas veces (soy una bruta, ya sé), y me he embarrado de mocos, chicle, ceniza (bueno, dirán que al menos ese era su uso) y kleenex sucios (está mejor que embarrarse de mocos, pero aun así NO está padre).
Otra muy clásica de pasajero mugroso: dejar comida en el asiento. A todos nos ha tocado comer en los traslados, en el Metro, en la micro, en el taxi, pero ¿es indispensable que el alimento sea una torta de chorizo? No tengo nada contra el embutido nacional, pero sugiero reservarlo para los almuerzos ‘finsemaneros’. No es nada divertido terminar el viaje con la godi-ropa-laboral sucia, grasienta o embarrada de sospechosa-sustancia-viscosa.
Ni hablar de los dulces pasajeritos (infantes pues) que suben sus lindas patitas al asiento. Queridos progenitores: los conmino a educar en el respeto; si dejan que los chamacos anden brincando en los sillones con los zapatucos llenos de lodo porque no quieren crías reprimidas, mis respetos, pero, ¿y los otros pasajeros? ¿Y los asientos? ¿No está un poco gacho sentarse en un espacio mugrosón? (Celu tiene hiperprohibido pisar el lindo sillón y brincar en la linda cama, soy mala #yoconfieso).
Ya ni les hablo de los pedantes o inconscientes que piden parada a mitad de la calle o “aquí pasando”, de los que incitan a la vuelta prohibida, al sentido contrario, al acelere porque “tengo prisa”… o ¿qué tal los que pagan con billetes de 500? ¡Tengan piedad!
Suponiendo que #taxista tenga cambio, ¿no es un poquito injusto dejarlo totalmente sin cash? ¿Qué tal que todos pagáramos con billetes de 200 o 500?
#Moraleja: como pasajeros también tenemos la responsabilidad de tratar bien a quien nos ofrece un servicio y de cuidar el espacio donde se nos ofrece ese servicio, no es cuestión de “yo pago”, es cuestión de civilidad, y eso construye un mejor lugar para vivir: cuide a su comunidad, amiguit@, aquí vivimos todos.
(ALMA DELIA FUENTES)