“Ha pasado un mes. ¿Por qué los matan y los desaparecen si son tan inocentes?” Dijo una mujer, en el Kiosko de Coyoacán. Era un miércoles y los estudiantes de una prepa cercana revoloteaban en la plaza. Contaban 43 con rabia y colocaban cartulinas teñidas de rojo en los arabescos de metal. En el camellón de División del Norte, universitarios ondeaban pancartas con mensajes urgentes –”ya somos millones, sólo faltan 43″– y recibían saludos de claxon. Otros muchachos desfilaban sobre la calle Xicoténcatl, con el número 43 bailándole en las mejillas veinteañeras.
En estos días las protestas se multiplican como un contagio gigante de civilidad, ante lo que no debe continuar. Iguala es el último agravio de un narco irracional, de un gobierno paralizado, de partidos que ya no representan nada. ¿A qué conducirá toda esta rabia y todo este dolor? ¿Qué cosas de fondo cambiarán en el país? ¿Qué actitudes modificará en el Estado la tragedia de los normalistas? ¿Qué alterará la reacción popular en la conducta del narco? No lo podemos saber.
Lo tangible es que la gente ha salido a las calles, como hace años no sucedía. Estas son cosas que ví y escuché en estos días de conciencia fúrica, en este México adolorido como pocas veces:
“Ya les reventó la bomba, por hipócritas y disimulados con el narco”.
“Por fin nos están viendo, dentro y fuera de México”.
“Los narcos son humanos, pero no les importan las vidas”.
“Esto es lo que necesitamos hacer: salir, gritar, decir ya basta”.
“¿La Gaviota sabrá que está pasando todo esto?”
“Lograron mover a México, emputado en las calles”.
“¿Por qué la policía secuestra y mata?”
“Quisieron disfrazarlo, pero esto es otro Tlatelolco”.
“¿A los narcos les importa matar? Para nada. Si a la esposa del músico no le importó matar al padre de sus hijos…”.
“Esto es lo más triste que le han hecho a México”.
“¿Por qué los narcos no hacen sus negocios, sin matar?
“Esto no puede seguir así. Tenemos que hacer algo”.
“¿Qué es Ayotzinapa, papá?”
“¿Quién les cree que no sabían que el alcalde estaba con los narcos?
“Aguirre era del PRD, pero es un engendro del PRI”.
“¿No eran mejores los corruptos que los pendejos?”.
“Murillo está haciendo tiempo para beneficiar a su partido”.
“¿No que el narco estaba controlado?”
“¿Por qué Peña retiró al Ejército de las calles?”
“Esto ya está fuera de control”.
“Pasarán décadas antes de que salgamos de aquí”.
“Al los del PRI, el PAN y el PRD, solo les importa el hueso”.
“Ahora sí, a Peña se le cayó el teatrito”.
“Quisieron enterrarnos, pero somos semilla”.