Hace unos días en este espacio hablábamos de la perdida de capacidad de asombro que evidenciaba nuestra tranquilidad y silencio frente a la decapitación de un periodista norteamericano (esta semana otro de estos videos apareció y nuestro silencio fue aún mayor).
Y en estos días apareció un nuevo fenómeno en las redes sociales. Un paquete de fotos de Jennifer Lawrence desnuda y semidesnuda en diversos lugares y generó, como es obvio, una oleada de vistas, retuits y similares.
La especulación inició sobre el origen de esta información y, de si era producto de un ataque específico o una vulnerabilidad del servicio de ‘Icloud’ de Apple al haber realizado sincronizaciones no solicitadas de un móvil a un servidor.
Por supuesto, Apple negó esta supuesta falla y aún así sus acciones cayeron significativamente el día siguiente.
Pero más allá del motivo, lo que quedó claro es que una persona o personas habían entrado en la vida privada de una mujer y tomar comprometedoras imágenes y las hicieron públicas.
La muy popular actriz, horrorizada, salió a condenar el acto y además denunció que el ‘hacker’ de esas fotos le ha advertido que tiene más cosas que relevar.
En nuestra sociedad nos hemos hecho asiduos a que las redes nos den la oportunidad de asomarnos a las vidas de otros y más aún a las vidas de los famosos, pero esta hambre de información también ha venido cruzada por un hondo machismo.
Ese machismo que hace una fiesta de una mujer joven y exitosa un motivo de escarnio público y burla social.
Hay un extraño y oscuro placer que hace que nuestro mundo se deleite de la desgracia de una mujer al ser estruendosamente expuesta.
El hacker no tiene agenda política, no ha manifestado una crítica a Lawrence por posiciones políticas o sociales. No. Su única motivación parece ser reventar a una actriz exitosa, desmadrar su integridad, verla desencajada en televisión ‘gracias a él’.
Así como hace dos semanas hacía una reflexión sobre como hemos dejado de estar asombrados con la violencia humana, hoy creo que la reflexión en cuestión es cómo en sociedad logramos ver el fondo de este ‘divertido’ capítulo de fisgonería y nos percatamos que atrás del show hay un hombre violentando a una mujer por bella y exitosa.
Estoy convencido que así como el hacker no tiene agenda política detrás de esto, sí tiene un inmenso tema de inseguridad personal.
Sólo eso puede explicar esta urgencia de ver reducida a Jennifer Lawrence a un objeto y no ver detrás a una persona.
Esta es una historia de hackers machos, no de celebridades desnudas.
Una razón más por la que la ciudad y el mundo está en llamas.
***********************
SÍGUEME EN @lucianopascoe
(LUCIANO PASCOE / @lucianopascoe)
