“Hay de censuras a censuras”, por @DRabasa

En su novela El estrecho rincón William Somerset Maugham, a través del protagonista, dice que si nuestros pensamientos fueran cien por ciento transparentes tanto para nosotros como para el prójimo, sería imposible trabar cualquier tipo de vínculo afectivo. El secreto, sea voluntario o no, es un aspecto fundamental en nuestras relaciones. Ni siquiera nosotros mismos –alabado sea Freud– somos capaces de conocer a cabalidad lo que mueve los hilos de nuestra mente y nuestro espíritu: mucho menos lo conocen en plenitud los demás.

El libre tránsito de información es hoy en día uno de los temas más en boga. Que si Wikileaks, Snowden, Manning, etcétera. El control informativo ha sido siempre una de las prerrogativas que el Estado ha intentado manejar con mayor recelo. En los estados totalitarios esto se vislumbra con mayor ferocidad y nitidez, pero incluso en los regímenes democráticos, la simulación, la retórica, las medias verdades o la ocultación y la mentira flagrantes son un moneda de cambio que se utiliza de manera cotidiana.

En México hoy en día padecemos un tipo de censura mucho más grave que ésta (que de por sí lo es): el miedo a informar. Cuando capturaron al Z-40, los periódicos de Nuevo Laredo omitieron la noticia al día siguiente por miedo a represalias. El Siglo de Torreón ha vivido prácticamente en estado de sitio desde hace varios meses. En Veracruz, Tamaulipas o Guerrero la situación no es mucho más halagadora y no es que podamos culpar a los periodistas o a los jefes de redacción: vivimos en uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo.

Mientras algunos medios de la prensa nacional e internacional (o fincados en el D.F. o en el extranjero) consignaban enfrentamientos a campo abierto entre cárteles en los municipios de Fresnillo, Jerez y Valparaíso en Zacatecas, tanto el gobernador como la prensa local negaban los acontecimientos. En el diario El País incluso se mencionaba una página de Facebook (AccesoZac) como uno de los portales en donde se podía documentar parte de lo sucedido en este estado.

Cierto que es que nunca podremos conocer a cabalidad la información pública. Lo advirtió B. Traven a principios del siglo XX cuando apareció el primer anuncio en un periódico y dijo (parafraseo): es el principio del fin de la objetividad periodística. Pero hay de censuras a censuras. Y la que estamos padeciendo en nuestro país a través del miedo y la intimidación es una de las más peligrosas y nefastas versiones que puede sufrir una sociedad.

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(Diego Rabasa)