¿Qué es un partido político visto desde el movimiento ciudadano de participación electoral que ha irrumpido en los años recientes? Desde esa óptica, un partido político es una escuela del engaño y la corrupción que enseña a quien ahí milita las mañas necesarias para llegar y administrar el poder. ¿Qué es un candidato ciudadano? Hasta donde yo había entendido, se trataba de un aspirante a puesto de elección popular que no hubiera pertenecido a ningún partido político, o sea, que no estuviera afectado por los usos y costumbres de la partidocracia.
A partir de esta mirada, hay que poner en su justa dimensión lo que significa la inminente realidad de que Jaime Rodríguez Calderón ganará la gubernatura de Nuevo León el próximo 7 de junio, sobre todo ahora que se ha aliado con Fernando Elizondo Barragán, quien declinó su candidatura por Movimiento Ciudadano.
Rodríguez Calderón fue militante del PRI más de 30 años. No un militante cualquiera, sino dirigente de un sector corporativo del priismo. Y el apodo de El Bronco se lo puso en los noventa el periodista decano Vico Canales, precisamente porque Rodríguez Calderón era un priista que enfrentaba ferozmente a cualquier opositor. Por su parte, Elizondo Barragán durante una década fue militante del PAN, donde ocupó cargos de tesorero estatal, gobernador, secretario de estado y senador.
¿Qué significa esto? Que ni Rodríguez Calderón ni Elizondo Barragán pueden ser considerados seriamente como candidatos ciudadanos. Ambos provienen de las mismas estructuras formales y de pensamiento que tanto daño han hecho al país. De pensamiento porque más de una decena de priistas de antaño me han dicho hace tiempo que, en su discurso, El Bronco es más priista que la candidata oficial Ivonne Álvarez, y porque he recibido el mismo comentario de panistas veteranos que afirman que Fernando Elizondo es más panista que el candidato oficial, Felipe de Jesús Cantú; y de estructuras formales porque ya se está viendo en Nuevo León cómo personajes prominentes, así como grupos corporativos de colonos, comerciantes, campesinos y empresarios del PRI y el PAN se están sumando a la alianza de El Bronco-Elizondo.
Es comprensible que, ante el desastroso y cleptómano gobierno actual de Nuevo León, El Bronco y Elizondo alimenten cierto tipo de pensamiento que se conforma con lo que hay, pero para que este proyecto electoral pueda tener éxito en el gobierno, habrá que ir despoetizando el halo ciudadano que se han inventado hasta ahora para ganar los comicios. El triunfo de ambos no será un triunfo ciudadano, sino el de las facciones priistas y panistas menos favorecidas en los años recientes. Los ciudadanos tenemos que estar claros de que no se cambia a un sistema de gobierno solamente el día de las elecciones, sino mediante una democracia directa ejercida de manera crítica y permanente.
Resolver los problemas de la administración pública no es un asunto de huevos y fe. Ambas cosas son necesarias pero insuficientes.
(Aunque hay que reconocer lo estimulante que resulta saber que la camarilla específica del PRI que gobierna Nuevo León perderá el poder en las próximas elecciones)
(Diego Enrique Osorno)