Tim Cook la tiene chiquita.
El iPhone tiene menos de una década y hoy sale a la venta en México el más reciente reboot del teléfono que, un enero en California, presentó Steve Jobs para cambiarlo todo.
En 2007, Jobs se paró frente a la prensa que, bien a bien, no sabía que esperar. Meses antes habían lanzado un teléfono limitado que sólo tenía una interfaz de unión con iTunes, llamado MotoRckr.
En ese entonces, el gran negocio de Apple eran los IPods, la unión de dispositivos y la música. Habían logrado superar la histeria de la piratería a partir de un sistema fácil de comprar con un click que evitó el riesgo y la pérdida de tiempo de buscar en conexiones peer to peer. Itunes, la tienda y los iPods achicaron la piratería y dieron una dimensión distinta al negocio digital.
El iPhone abrió otro tipo de posibilidades que, incluso, sorprendieron -o lograron cumplir el objetivo desde otra puerta- a Jobs.
El teléfono dejó de ser teléfono para crecer a reproductor de música, lector de correo y dispositivo personal de cómputo. Las PCs y las laptops eran usadas para usos de nicho y las aplicaciones dominaron el mercado por encima de las páginas web.
Aunque, en un inicio, Apple pensó en un ambiente cerrado, hackers y desarrolladores obligaron o apresuraron el negocio donde el consumo de internet móvil saltaba de revisiones simples de correo a cosas más complejas. De hecho, la explosión de las redes sociales no tendría el nivel que hoy experimentamos sin la popularidad del iPhone.
Ahora, la manzana de Cupertino lanza dos teléfonos que compiten directo con su principal rival: la línea Galaxy de Samsung. Confronta con un modelo clásico con un crecimiento natural y otro, que impacta en color y nitidez. En una sociedad donde el tamaño del auto, el zapato, la casa, la bolsa y el ego va en sentido contrario de la sencillez, el 6 plus tendrá éxito.
Hay biógrafos de Jobs que persiguen a Cook y compañía con el recuerdo de las palabras del ícono de la empresa sobre no aumentar pantallas ni dimensiones del teléfono. Tienen razón. El matiz viene dentro de la parada histórica de Apple: Jobs nunca se casó con un solo empaque mucho tiempo. El ipod subió y bajó de tamaño en los tiempos donde Steve aún vivía, lo mismo las computadoras de escritorio y laptops.
La apuesta ya está en la mesa. Veremos si la ganancia es pírrica o enorme.
Como, en todos sentidos, su iPhone 6.
(Gonzalo Oliveros)